Por Omar Feliciano (@tipographo)
“Si confunde el embarazo con la obesidad, entonces el Bronco debería de ir a consulta prenatal”, ese fue uno de los comentarios que recibí en alguno de los chats de Whatsapp prescritos por la vida moderna. Me parece pertinente citar el comentario en este texto, pues revela el cuerpo privilegiado desde el que habla el político norteño.
“A una niña gorda no la quiere nadie”, aseguró en un país donde diario dan a luz 1,200 menores entre 10 y 19 años, de las que 30 de ellas son menores de 14 años, muy probablemente víctimas de violencia sexual por la experiencia que hemos tenido. Sin duda el rechazo a la expresión desafortunada fue unánime. Entre las reacciones vale la pena mencionar que la diputada priísta Ludivina Rodríguez presentó una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos por sus declaraciones. El Instituto Nacional de las Mujeres también rechazó las expresiones al mencionar que ni la obesidad ni el embarazo adolescente, en tanto problemas de salud pública, deben de ser tratados de esa manera. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos señaló que:
Cuando el Bronco quiere disculparse con sus dichos al estigmatizar a las adolescentes embarazadas, está apelando al mismo dispositivo moral: sancionar la falta de autocontrol y gobierno de sí mismas. La obesidad hace muchas décadas que dejó de ser un parámetro de belleza femenina, ahora las mujeres que no encajan en el ideal de esbeltez son consideradas presas de su pasión: glotonas carentes de regulación sobre sus pasiones. El estereotipo sobre las adolescentes embarazadas es similar, un cuerpo víctima de las pasiones o una frágil voluntad que sucumbió a la seducción de los muchachos:
“[…] Imagínate a ese chamaco de 15 años que embaraza a su novia de 14, ya cuando la vea que le empieza a crecer el estómago, ese chamaco busca otra. ¿O no?”, fue otro de los dichos del Bronco, quién apuntala aquí la idea de que hay que disculpar a los muchachos porque sólo son muchachos y esa es su naturaleza. No importa que abandonen a su pareja embarazada, o la golpeen, o la violen… los chicos son sólo chicos y hay que entenderlos porque ellos son así. La ofensa del Bronco es por partida doble, por ofender a las mujeres y por validar las acciones irresponsables de los hombres.
Mientras que de cada 10 adolescentes entre 18 y 19 años, dos han estado embarazadas más de una vez , los hombres adolescentes menores de 20 años son el grupo poblacional con menor presencia de papás, a diferencia de lo que pasaba hace décadas. Ahora la edad promedio del padre es de 41 años, uno de cada tres tiene entre 20 y 39 años, y la mitad tiene entre 49 y 59 años; éstos representan juntos el 85% de los padres de acuerdo a datos del INEGI. Ellas paren, ellos desaparecen. Ellos siguen estudiando o trabajando, algunas de ellas con mucho esfuerzo y apoyo.
La pedagogía del Bronco (no olvidemos que estaba dando consejos de crianza cuando expresó estas ideas) puede parecer ofensiva a un sector de la población consciente de la igualdad de género y los derechos humanos, sin embargo no hay que olvidar que México es el país de los narcocantantes que incendian mujeres en sus videos musicales sin sanción moral de su base de fans.
El Bronco ya ha asociado su candidatura independiente con la del hombre macho autosuficiente sin miedo de romper las reglas, lo cual apelaría al voto del descontento profundamente misógino. De no expresar una disculpa y acciones serias para atender el embarazo adolescente en su entidad, el gobernador Jaime Rodríguez tendrá un marcaje personal por quienes vemos construir una candidatura similar a la que construyó Fox: a base de desplantes y dicho provocadores.