La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) renovará su presidencia al concluir el periodo de Luis Raúl González Pérez el próximo 15 de noviembre. Este organismo en sus tres décadas de existencia, con todo y sus limitaciones, se ha consolidado como el defensor del pueblo, en la mayoría de los casos es aliado de la ciudadanía y de las víctimas, y señala dónde hubo abusos y violaciones por parte de las autoridades. Es tarea del Senado organizar el proceso, seleccionar la terna y votarla. El sello presidencialista y sus gestos de rechazo a la institución provoca suspicacias entre activistas y expertos.
El presidente López Obrador ha mostrado su disgusto por organismos constitucionalmente autónomos y la CNDH no ha sido la excepción. Por primera vez en la historia de la institución el presidente de la república faltó a la presentación del informe anual. Si bien es un acto protocolario, pone de manifiesto el desinterés del presidente por la institución. El siguiente episodio de confrontación fue cuando la CNDH emitió la recomendación 29/2019 por la cancelación del programa de Estancias Infantiles, y la Secretaría de Bienestar la rechazó, calificándola como “aberración inaceptable”.
Estas coyunturas han puesto a la CNDH y su labor en el ojo de activistas, académicos y políticos. Hay que considerar que el presidente López Obrador cuenta con una mayoría en el Senado y se ha caracterizado por un autoritarismo fuerte. La reciente designación de una ministra para la Suprema Corte señala la forma en que podría darse este proceso.
La CNDH ha tenido muchos ciclos, unos mejores que otros. En la actualidad, es un organismo autónomo por ley. Sin embargo, no solo es la ley la que garantiza la autonomía, pues no sólo es política sino también presupuestal, para realizar su trabajo con las quejas, los informes especiales, las recomendaciones generales. En los hechos, las restricciones presupuestarias y la falta de acuerdos políticos sí hacen mella en su autonomía. Hoy en día la CNDH debería pensar en reformarse en su ejecución, en el día a día, no con reformas legales.
GIRE lleva muchos casos a través de la CNDH por lo que conocemos sus áreas de oportunidad. Hemos documentado protocolos deficientes y acuerdos con las autoridades que no toman en cuenta a las víctimas. No hay criterios uniformes para el cierre de los expedientes, por ejemplo, en algunos casos la Comisión Bipartita de Atención al Derechohabiente se pronuncia a favor de indemnizar a la víctima y se cierra el expediente, y en otros continua la queja e incluso se emite una recomendación.
El actual presidente de la CNDH ha dejado claro que no busca reelegirse. Esperamos con interés la terna que se discutirá en el Senado. Podríamos ver todo tipo de credenciales, alguien de la academia, una persona activista, alguien cercano al Ejecutivo o con experiencia en un organismo autónomo local. Es necesaria una persona con una trayectoria sólida y de probada autonomía. Desde GIRE y otras organizaciones de la sociedad civil, daremos seguimiento puntual del proceso de designación.