Derecho a decidir: cinco mitos sobre el aborto a la luz de la evidencia - Información y datos sobre aborto legal en México, violencia obstétrica, muerte materna y otros.

Derecho a decidir: cinco mitos sobre el aborto a la luz de la evidencia

October 1, 2019

El pasado miércoles 25 de septiembre, el estado de Oaxaca se convirtió en el segundo estado del país en despenalizar el aborto. Las mujeres oaxaqueñas conquistaron el derecho a decidir sobre sus cuerpos y podrán, como las mujeres capitalinas, interrumpir su embarazo antes de las 12 semanas de gestación. Desde luego, esta lucha tuvo sus claroscuros y consecuencias. Las reacciones de la derecha no se hicieron esperar y pudimos ver en varios videos las protestas de los grupos anti derechos que estaban presentes en el Congreso cuando se aprobó la decisión.

Generalmente, la discusión sobre el aborto está rodeada de mitos que, en Data Cívica creemos, deben verificarse. Para esto, desde luego, necesitamos datos. Desde hace más de 10 años la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, aprobó la ley que despenalizaba el aborto hasta la semana 12 de gestación. En mayo de este año, la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP) publicó una base de datos sobre la Interrupción Legal del Embarazo, la cual contiene información de las 13 clínicas y hospitales de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México de 2016 a lo que va del presente año. En el contexto del Día Internacional por el Derecho a Decidir y de la reciente buena noticia por Oaxaca, en Data Cívica decidimos discutir algunos mitos comunes sobre la interrupción legal del embarazo con base en los datos publicados por la ADIP.

¿Quiénes abortan en los hospitales públicos de la Ciudad de México?

La unidad de análisis de la base de datos publicada por la ADIP es el aborto, no las mujeres. Es decir, sabemos las características de las mujeres que realizaron cada aborto, pero no podemos saber con 100% de seguridad las características de las mujeres que han abortado alguna vez, pues puede que una mujer se haya hecho el procedimiento más de una vez (si abortó dos veces, saldría dos veces en la base). La base de datos incluye 62,003 registros, lo que implica que se han realizado ese número de procedimientos en los últimos tres años.

El 62% de los procedimientos que se han realizado en la Ciudad de México se han hecho a mujeres que residen en la Ciudad de México, y otro 31% a mujeres residentes del Estado de México. Es decir que sólo el 7% de estos procedimientos se han practicado a mujeres que residen en las otras 30 entidades. Dentro de las alcaldías de la Ciudad de México, Iztapalapa tiene la tasa más alta de interrupciones legales del embarazo realizadas en hospitales públicos, seguida de las alcaldías Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza.

Si comparamos a las mujeres que se han realizado una interrupción legal del embarazo en la Ciudad de México con el resto de las mujeres que residen en la Ciudad de México, podremos ver que son sistemáticamente distintas. De acuerdo con los datos de natalidad que publica el INEGI, en 2016 y 2017, sólo el 11% de las mujeres que parieron en la Ciudad de México estaban solteras, 27% estaban casadas, y 62% vivía en unión libre. Esta información contrasta con las mujeres que han interrumpido su embarazo en los últimos tres años, quienes están en su mayoría solteras o viviendo en unión libre. No hay información del estado civil de las mujeres que abortan para antes de 2018, pero si comparamos los datos de 2018 y 2019, con los datos de natalidad de los dos últimos dos años disponibles, 2016 y 2017, veremos una clara diferencia. Mientras el 60% de las mujeres que abortaron se encontraban solteras, sólo el 11% de quienes llevaron a término su embarazo lo estaban. Mientras sólo el 9% de las mujeres que abortaron estaban casadas, el 28% de quienes tuvieron hijos esos años lo estaban.

Lo mismo sucede con la edad de las mujeres, mientras el promedio de edad de las mujeres capitalinas que parieron fue de 27 años, el promedio de edad de las mujeres que acuden a realizarse una interrupción legal del embarazo es de 25 años. Estas no son las únicas diferencias entre las mujeres que acuden a interrumpir su embarazo y el resto de las mujeres capitalinas, lo que nos lleva al primero de los mitos que vamos a refutar.

Mito 1: Las mujeres que interrumpen su embarazo tienen bajo nivel educativo

Uno de los mitos que frecuentemente se escuchan sobre el aborto, que las mujeres que abortan no tienen educación y por eso se encuentran en una situación de embarazo no deseado, no parece ser cierto. Todo indica que el nivel de escolaridad de las mujeres que han interrumpido su embarazo en la Ciudad de México es, de hecho, mayor que el del resto de las mujeres capitalinas. Cabe además mencionar que los datos a los que tenemos acceso son datos de mujeres que se han realizado una interrupción legal en hospitales públicos. Dado que la educación suele ser un proxy del nivel socioeconómico de las personas, lo más probable es que las mujeres que han interrumpido su embarazo en hospitales públicos tengan un nivel de escolaridad menor de quienes lo han interrumpido en hospitales privados. No obstante, con todo y esto, las mujeres que han interrumpido su embarazo en hospitales públicos de la Ciudad de México tienen en promedio un nivel de escolaridad mayor que la mujer capitalina promedio. Mientras, de acuerdo con la encuesta intercensal, el 25% de las mujeres capitalinas estudiaron hasta la secundaria, otro 23% hasta la primaria, un 21% la preparatoria y sólo 20% la licenciatura, el 46% de las mujeres que interrumpieron su embarazo estudiaron hasta la preparatoria, 29% hasta la secundaria y sólo 5% hasta la primaria.

Si en cambio utilizamos los registros de natalidad del INEGI para comparar a las mujeres que parieron en 2016 y 2017 con aquellas que abortaron en esos mismos años veremos que la premisa se sostiene. Un porcentaje mayor de las mujeres que parieron, 7% y 36% respectivamente, estudiaron hasta primaria y secundaria que las mujeres que abortaron, 5% y 29%. Además, entre las mujeres que abortaron el porcentaje de mujeres que terminaron la preparatoria o carrera técnica, 47%, es bastante mayor que entre quienes parieron en esos dos años, 32%. Solamente el porcentaje de mujeres con licenciatura es mayor entre quieres parieron que entre quienes abortaron, pero las mujeres que abortaron siguen teniendo, en promedio, mayor escolaridad. Además de que probablemente una buena parte de las mujeres con licenciatura que abortan lo hacen en clínicas privadas.

 

Mito 2: Las mujeres que abortan lo hacen porque no se estaban cuidando y son irresponsables

Otro de los mitos más recurrentes con respecto al aborto tiene que ver con que las mujeres que recurren a un aborto son irresponsables ya que no utilizaron ningún método anticonceptivo cuando tuvieron relaciones sexuales y por eso se embarazaron. Si bien es cierto que la mayoría de las mujeres que se practicaron una interrupción legal del embarazo en la Ciudad de México no estaban utilizando un método anticonceptivo, un 40% de ellas, un porcentaje nada menor, sí lo estaba haciendo. Cabe mencionar también que el porcentaje de mujeres que estaba usando un método anticonceptivo no varía mucho incluso entre grupos de edad y escolaridad, y que no sabemos a ciencia cierta qué porcentaje de las mujeres que se embarazaron y no abortaron se estaban cuidando. Una vez más, esto deja ver como incluso mujeres adultas o con alta escolaridad son susceptibles a embarazarse sin desearlo.

Mito 3: La despenalización del aborto genera que las mujeres utilicen el aborto como método anticonceptivo

Es bastante común escuchar entre las personas anti derechos que, si se legaliza el aborto, las mujeres recurrirán a utilizarlo como su método anticonceptivo de rutina (como si hubiera un pase anual de Marie Stops). A pesar de que las personas anti derechos repiten este argumento frecuentemente, los datos publicados por la ADIP este año confirman que esto es falso. Del total de las mujeres que se realizaron una interrupción legal del embarazo entre 2016 y 2019, alrededor de 60 mil, solamente un 12% se había realizado un aborto previamente. Además, menos del 1% de las mujeres que abortaron, .38% para ser exactos, habían interrumpido su embarazo tres veces o más.

Mito número 4: Las mujeres que abortan no comprenden el valor de la maternidad

Otro de los mitos comunes es que las mujeres que abortan lo hacen porque no comprenden el valor de la maternidad o niegan el llamado “instinto maternal”. No obstante, la mayoría de las mujeres que han interrumpido su embarazo en la Ciudad de México, 58% para ser exactas, tienen al menos un hijo. También es interesante que esto varía según el estado civil de la mujer, mientras la mayoría de las mujeres solteras que se realizaron un aborto en estos hospitales no tenían hijos, la mayoría de las mujeres casadas, viviendo en unión libre, divorciadas o separadas tenían al menos uno. Es más, en todos esos grupos las mujeres sin hijos representan menos de un cuarto de la población.

Además, si comparamos esta información con la de las estadísticas de natalidad del INEGI, veremos que de las mujeres que parieron en la Ciudad de México en 2016 y 2017 el 51% no tenía hijos antes del nuevo bebé. Es decir, las mujeres sin hijos son proporcionalmente menos dentro de las que abortan que dentro de quienes paren, lo que implica que tener un bebé no necesariamente implica no interrumpir tu siguiente embarazo. Lo mismo sucede con las mujeres que tienen un hijo, representan el 27% de quienes abortaron, pero el 32% de quienes parieron. Cuando la cantidad de hijos aumenta, la tendencia se revierte, mientras las mujeres con dos y tres hijos representan, respectivamente el 20% y 7% de quienes abortan, sólo representan el 13% y 3% de quienes paren.

Mito número 5: Las mujeres religiosas no abortan

Finalmente, otra de las creencias populares sobre el aborto es que la religión está muy relacionada con la posibilidad de que una mujer decida o no abortan. Probablemente éste es el mito que resulta ser el más cierto de todos, si bien el 65% de las mujeres que han abortado en hospitales públicos de la Ciudad de México se consideran católicas, las mujeres católicas se encuentran subrepresentadas en esta muestra, ya que el 82% de las mujeres en el mismo rango de edad en la Ciudad de México se consideran católicas. Además, el 5% de las mujeres en edad reproductiva en la Ciudad de México se consideran cristianas, pero sólo el 1% de quienes abortan dicen serlo. También cabe mencionar que el 31% de las mujeres que abortaron reportaron no pertenecer a ninguna religión, mientras menos del 9% de las mujeres de la Ciudad de México reportaron lo mismo en la ENADIS de 2017. Al contar con datos limitados sobre el total de los abortos practicados en la ciudad, lo único que podemos concluir es que aquellas mujeres que abortan en las clínicas y hospitales públicos de la Ciudad de México si reportan ser menos religiosas que el promedio de las mujeres de la Ciudad.

Conclusiones

El acceso a la interrupcion legal del embarazo sigue siendo un “privilegio capitalino” que ahora se ha extendido al estado de Oaxaca, dándole a las mujeres de estos dos estados, el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. En Data Cívica creemos en que cada mujer debe y necesita tener el control total sobre su cuerpo y que la maternidad debe ser deseada, de lo contrario, tener derecho al aborto seguro como un servicio de salud pública es más que necesario y urgente.

La gran mayoría de las mujeres mexicanas aún se encuentran en una situación vulnerable en la que practicarse un aborto clandestino puede poner en riesgo su vida e incluso su estatus jurídico. A pesar de contar con la interrupción legal en la Ciudad de México, aún no sabemos qué ocurre en el universo completo de abortos, solo conocemos las características de aquellas mujeres que abortan en las clínicas y hospitales públicos de la Ciudad, y ni soñar con tener información sobre abortos clandestinos en el resto del país. Como pudimos comprender al revisar los datos, muchas de los mitos que rodean al aborto tienen poca relación con la realidad. Entre más analicemos y revisemos estos datos mejor podremos comprender este fenómeno como lo que es; un problema de salud pública que debe abordarse desde la evidencia y no desde los estereotipos.

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