No, no es cierto que seamos más productivos en cuarentena. Si queremos meter en las mismas 24 horas y entre las mismas cuatro paredes horas las actividades que solíamos repartir de otro modo, probablemente sea necesario reducir la jornada laboral y la jornada estudiantil.
Son las 11 de la mañana. El calendario te notifica que es hora de tu videoconferencia, donde tienes que presentar el reporte trimestral ante tu superior y otras áreas de la oficina. Mientras desenredas los audífonos, tu hijo te dice que no se le escucha a la maestra en la computadora. – “¿Ya llegaron todos? ¿Esperamos 5 minutitos?”. Terminó la lavadora. – “Má…” – “Buenos días, ¿me escuchan?”. Tu esposo también está en conferencia. ¿Pusiste a remojar los frijoles? Nadie ha sacado al perro. Tres notificaciones de WhatsApp. – “Mamáaaaaa…” – “¡Espérame, ahorita no puedo!”. ¡Chín!, no le pusiste “mute” al micrófono. Veintitrés notificaciones (Jefa: “Te estamos esperando”). (Maestra: “Hola, no veo a tu niño en la pantalla”). – “Buenos días, vamos a comenzar”.
Si después de leer esto te sientes identificada, frustrada o ansiosa, estás entre los miles de mujeres que tienen -por un lado- la suerte de seguir teniendo trabajo, pero por otro el reto de balancear las exigencias familiares, laborales y personales en unos cuantos metros cuadrados, siempre pegadas a una pantalla. ¿Estábamos listos para migrar al teletrabajo? ¿O la pandemia nos dejó en un estado de disponibilidad 24×7?
Como lo expone el informe de GIRE Horas hábiles, Corresponsabilidad en la vida laboral y personal, “las ‘políticas de corresponsabilidad’ buscan hacer frente a las situaciones de clara desigualdad que se generan de manera desproporcionada entre hombres y mujeres en la vida productiva frente a las responsabilidades familiares y del hogar. Estas pretenden incidir en la reasignación de responsabilidades familiares y en el hogar, así como hacer un énfasis en que la necesidad de conciliación no es ‘un problema de las mujeres’, sino que compete también a las y los empleadores, al Estado y a la sociedad”.
Entre las medidas de conciliación corresponsable, podemos incluir las instituciones o espacios para el cuidado de las y los hijos de madres y padres trabajadores; horarios más flexibles; permisos de paternidad, etc. Son aquéllas que buscan que los hombres tengan más tiempo para compartir con su familia y, sobre todo, incrementar su participación en las tareas domésticas, a fin de restablecer el equilibrio y reducir la carga que representa la doble jornada para las mujeres.
En México no hay suficientes políticas eficaces de corresponsabilidad. Si a eso sumamos que los empleadores esperan una mayor productividad porque “estamos en casa”, las mujeres somos las que sufrimos desproporcionadamente los efectos de la pandemia. Ya sea porque dedicamos más tiempo al trabajo del hogar o porque somos las encargadas de las labores de cuidado.
Según los resultados de la Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México 2018 del INEGI, la mayor parte de las labores domésticas y de cuidados fueron realizadas por las mujeres, con el 76.4% del tiempo que los hogares destinaron a estas actividades.
En gire, además del horario flexible y otras prestaciones laborales, podemos trabajar desde casa para avanzar en un trabajo sin interrupciones, solicitando autorización a nuestra supervisora. Reconozco lo afortunada que soy. Pero mi caso es una excepción. En la actualidad, mi esposo también está trabajando desde casa y lo veo malabareando entre conferencias, llamadas, mensajes y las labores del hogar (sí, él también cocina). Como muchos, trabaja en fin de semana y parece que tiene que estar disponible todo el tiempo.
Dado que el día sólo tiene 24 horas, es evidente que algún aspecto tiene que sacrificarse. Idealmente, todo un poco.
No, no es cierto que seamos más productivos en cuarentena. Si queremos meter en las mismas 24 horas y entre las mismas cuatro paredes horas las actividades que solíamos repartir de otro modo, probablemente sea necesario reducir la jornada laboral y la jornada estudiantil, además de aceptar que tal vez no podemos hacer una hora de yoga, que tocará comer recalentado y la montaña de ropa para planchar tendrá que escalarse el fin de semana.
Esto es posible, si seguimos las mejores prácticas internacionales. Por ejemplo, en DRV Braunschweig Hannover, una empresa alemana con dos mil empleados (65% son mujeres) desde la década de los 90 se implementa un acuerdo sobre políticas de reconciliación trabajo-familia. En esta empresa, los empleados tienen derecho a trabajar en casa si tienen la responsabilidad de cuidar a algún miembro de la familia. Existen reglas para definir cuándo los teletrabajadores deben estar disponibles (y, por lo tanto, cuándo no).
Ahora, también la tecnología puede ser una aliada o una enemiga del balance. Por esto, en algunos países europeos se empezó a regular el derecho a la desconexión digital, lo que significa que los trabajadores tienen derecho a no conectarse a ningún dispositivo digital de carácter puramente profesional durante sus periodos de descanso y sus vacaciones.
Al respecto, en febrero de este año, el Senador de Morena Ricardo Monreal, presentó una iniciativa para regular el derecho a la desconexión digital en horas no laborales. Dicha iniciativa busca reconocer que los trabajadores no deben estar obligados a participar en comunicaciones electrónicas como mensajería, correos electrónicos o llamadas telefónicas fuera de su horario de trabajo.
En conclusión, para no afectar desproporcionadamente a las mujeres trabajadoras en condiciones de cuarentena, un mínimo indispensable es que se adopten medidas de conciliación, teniendo en cuenta las características inherentes al home office, así como que se reconozca y respete el derecho a la desconexión. En tiempos de crisis es imprescindible visibilizar el trabajo que las mujeres realizamos dentro y fuera del hogar. En el ámbito doméstico es necesario formular políticas culturales, de uso del tiempo y económicas que apoyen el cambio de comportamiento y la redefinición de roles.
* Valentina Gómez (@vickie129g) es analista en acceso a la información en GIRE.