Por: Ofelia Bastida
14 de marzo de 2013
Anahí era una mujer joven de 32 años de edad, originaria del estado de Oaxaca y médica general del IMSS. Cursaba la semana 37 de su segundo embarazo y ese día acudió a su última consulta de control prenatal, donde solicitó que programaran su cesárea antes de Semana Santa. Sus antecedentes de preeclampsia (hipertensión arterial/presión alta) en el primer embarazo y la preocupación de que en esas fechas no hubiera personal médico titular que atendiera su parto la llevaron a hacer dicha solicitud. Ese mismo día, Anahí ingresó al hospital, sin volver a su casa, y su cesárea se programó para el día siguiente.
La hora programada para que diera inicio la cesárea de Anahí eran las 8:20 del 15 de marzo. Sin embargo, las cosas comenzaron mal, pues tras varios intentos de punción para realizar el bloqueo eperidural (realizados por un médico residente sin supervisión de un médico de base), no lograron aplicar adecuadamente la anestesia y perforaron accidentalmente la “duramadre” (membrana que rodea la médula espinal) lastimando y detonando en Anahí un intenso dolor de cabeza, el cual tuvo que soportar durante las dos horas siguientes que permaneció en observación. A las 10:55 se le subió la presión arterial y en cuestión de minutos presentó un paro cardiorrespiratorio, por lo que fue trasladada a quirófano de manera urgente. Después de aplicarle anestesia general, le practicaron la cesárea.
La cesárea se realizó con éxito y el bebé nació sin complicaciones. Pero Anahí se debatía entre la vida y la muerte.
Después de cinco horas en condiciones muy graves, Anahí fue trasladada en ambulancia aérea al Hospital General número 1 de Oaxaca, con un diagnóstico de salud desfavorable. Seis días después, perdió la vida.
Más allá de que de manera tardía el personal médico del Hospital Rural 66 del IMSS de Juxtlahuaca estuviera en condiciones de reparar y brindar la atención médica que requería Anahí, se limitaron a conseguir el traslado aéreo a un hospital de tercer nivel, al parecer con el único fin de evadir su responsabilidad por la mala atención que le brindaron.
16 de agosto de 2016
A casi tres años y medio del fallecimiento de Anahí, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) finalmente resuelve la queja presentada por los familiares de Anahí y emite la Recomendación 35/2016 en contra del IMSS, por la inadecuada atención médica que le brindaron durante el parto y que desencadenó su muerte.
Es importante destacar que la CNDH reconoce dentro de su recomendación que el personal médico del Hospital Rural 66 del IMSS ejerció violencia obstétrica en contra de Anahí, transgrediendo su integridad personal y vulnerando su derecho a la vida.
Es triste y complicado creer que se requiera de tanto tiempo y esfuerzo para obtener justicia en México. Y más lamentable aún, que la notificación y publicación de esta recomendación apenas sea el inicio del reconocimiento y la reparación integral por las violaciones a los derechos humanos de Anahí, de sus hijos, su pareja y sus padres.
Sin embargo, a pesar de la espera y largo camino que ésta familia ha tenido que recorrer, es admirable la fortaleza y la perseverancia con que se han mantenido en la lucha y búsqueda de justicia. Sobre todo, porque tuvieron que sobreponerse al enojo y la impotencia por su pérdida y al dolor de aceptar la misma y saber que Anahí no podría disfrutar ni ver crecer a sus hijos.
Quiero compartir que, a pesar de que en varias ocasiones he leído el expediente clínico de Anahí y escuchado los testimonios de sus familiares, al leer la recomendación no pude evitar que me embargaran sentimientos encontrados, como la impotencia y la frustración que sentí por su muerte; y al mismo tiempo, me conmovió pensar que la recomendación de la CNDH compensa de alguna forma los daños ocasionados a Anahí y a sus familiares.
Como abogada de GIRE, agradezco a los familiares de Anahí la confianza y la oportunidad que nos brindan al compartirnos su historia y permitirnos acompañarles en este proceso, reiterándoles nuestro apoyo y compromiso en su búsqueda de justicia.
* Ofelia Bastida es abogada de documentación y Litigio