Por: Cecilia Rodríguez (@qkiss)
Estamos en esa época del año en que es común regalar cosas a los niños, visitamos jugueterías y compartimos momentos en familia. En GIRE creemos que es importante hacer una pequeña pausa y reflexionar sobre los prejuicios de género en los juguetes. Los juguetes no tienen género, pero las personas sí tenemos prejuicios
La oferta de juguetes que hoy existe es basta, en costos, materiales y estilos, pero al parecer hay algo que permea a la mayoría y se trata de los prejuicios de género. El fabricante, la tienda que acomoda los juguetes en distintos pasillos y el padre que le dice al niño: “No vayas para allá que sólo hay cosas de niña” están de acuerdo en imprimir sus prejuicios al juguete en forma de una identidad de género.
En la primera infancia el juego es fundamental, la ONU lo ha nombrado como uno de los derechos fundamentales de la infancia. Especialistas como Jean Piaget, María Montessori y muchos más lo definen como un proceso de aprendizaje, coinciden en que en el juego los niños aprenden habilidades tanto motrices como sociales. De ahí que el mensaje que transmiten los juguetes sea relevante en la educación de los menores.
Con los juguetes, los niños crean su mundo. Por un instante logran construir un pequeño espacio en donde moldean, resignifican y reclasifican su entorno. Cuando los juguetes que recibe “son de niña o de niño” estamos delimitando ese mundo, enseñándole que no tiene derecho a jugar a ciertas cosas. Coartamos la libertad del niño de relacionarse de manera libre y espontánea con su entorno y así desarrollar el proceso de aprendizaje motriz, social y emocional.
Cuando imponemos nuestros prejuicios en sus juegos limitamos su mundo, inhibimos su creatividad y reprimimos sus sueños, les quitamos oportunidades por las que luego les pedimos que luchen cuando sean mayores. Muchas personas creen que si un niño juega con una escoba a limpiar la casa “se convertirá en un mandilón”, quitándole al niño la oportunidad de aprender a barrer como una herramienta que le ayuda al desarrollo motriz y que eventualmente le servirá para mantener limpia su casa de adulto. “Las niñas deben de ser delicadas y no deben de jugar futbol” pero resulta que la Selección Mexicana Femenil Sub-17 es, hoy día, Subcampeona del mundo. “Los niños no juegan con muñecas” dicen, sin siquiera pensar en que el niño que carga un bebé de juguete se siente seguro de sus emociones, que ponerse de acuerdo en un juego de rol con otros niños le da confianza para llegar a acuerdos entre pares, herramienta social que parece deseable en el mundo adulto. “Los dinosaurios son para niños, las princesas para niñas” y entonces niños y niñas no aprenden a jugar juntos. Les enseñamos a excluir a sus compañeros de juego por su género sin darnos cuenta de que es discriminatorio e incluso violento. Les decimos que construyan su mundo sin la otra mitad de la población, que imaginen y creen discriminando a sus pares.
Es bien sabido que lo que aprendemos en la primera infancia (de los 0 a los 6 años) formará parte esencial de nuestra vida. Si enseñamos a los niños que sólo pueden ser fuertes, valientes e ingeniosos, que deben de batirse a muerte contra el mal pero que nunca se les vaya a ocurrir cuidar a un bebé o hacer la comida porque para eso están las niñas, en el futuro encontraremos adultos incapaces de construir una sociedad igualitaria donde hombres y mujeres cuenten con los mismos derechos.
Entonces, ¿cómo escoger un juguete sin imponer estereotipos de género?
*Cecilia Rodríguez es Asistente en GIRE.