Desde 2003, el 5 de mayo se celebra el día internacional de la partera, declarado por las Naciones Unidas como una forma de reconocer el trabajo de quienes asisten a las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio.
En México la partería tradicional vive en los usos y costumbres de decenas de grupos étnicos de nuestro país, aunque limitada por el sistema de salud. Por otra parte, la partería profesional fue impulsada por el Estado en la década de 1940, cuando el Instituto Mexicano del Seguro Social incorporó a las parteras como parte del personal regular para la atención obstétrica. Sin embargo, poco a poco fueron desplazadas por internos y residentes de ginecoobstetricia. Para 1968 la carrera de partería desapareció de la Escuela Nacional de Obstetricia y Enfermería.
La medicalización del parto desplazó a la partería profesional y estigmatizó las prácticas de la partería tradicional. El número de cesáreas aumentó, no sólo por el argumento de seguridad y ausencia de dolor de parto, sino también por una noción de estatus y por permitir organizar la intervención dentro de los tiempos de la institución y su personal de salud. La epidemia de cesáreas innecesarias es una realidad en América Latina: en México el porcentaje de cesáreas entre 2012 y 2015 fue de 39.1% del total de nacimientos atendidos, de acuerdo a los datos de la Secretaría de Salud.
La integración de parteras a los equipos multidisciplinarios podría ayudar no sólo a reducir las cesáreas innecesarias en el sistema de salud, sino también a reducir la violencia obstétrica y las tasas de morbilidad materna y perinatal. Así ocurrió en Chile, que redujo la tasa de mortalidad materna de 270.7 a 18.2 muertes por cada 100 mil nacimientos con una estrategia integral de incorporar a parteras profesionales al sistema de salud.
De acuerdo a la Confederación Internacional de Parteras, entre las competencias de la partera se consideran el control de la progresión del embarazo, la detección de embarazos complicados para su control y referencia, la promoción del parto fisiológico, la provisión de cuidados al recién nacido, la promoción de la lactancia materna, detección de complicaciones posnatales, y proporcionar servicios de anticoncepción; entre otras que incluyen su papel como mediadora en partos en entornos institucionales o comunitarios y la defensa de los derechos humanos.
La participación de parteras profesionales como parte de un equipo multidisciplinario podría beneficiar a todas las personas involucradas: a las mujeres, a las y los recién nacidos, al personal de salud y al sistema de salud.
No obstante, las parteras se ven forzadas a defender sus saberes constantemente, además de enfrentar el estigma por parte del personal que trabaja en clínicas comunitarias y hospitales. En una reciente investigación realizada por Impacto Social Metropolitan Group se entrevistó a personal de salud respecto a sus actitudes hacia la partería. “¿Cómo va a venir una partera a decirme cómo debo atender los partos?”, responde un médico; mientras que otro en Ciudad de México demostraba en su testimonio el primer prejuicio del personal médico: “La experiencia que tienen las parteras es empírica, porque básicamente lo que saben lo han aprendido de la mamá o de la abuela”.
Las enfermeras tradicionales viven en las mismas comunidades de las mujeres, donde muchas veces hay difícil acceso y el trayecto a los hospitales regionales es de varias horas. Sin acceso a servicios de salud, la intervención de las parteras es crucial para evitar la muerte materna y neonatal. Sin embargo, la integración de las parteras tradicionales no es sencilla pues persiste el estigma y el racismo institucionalizado: “Recuerdo cuando entré al Hospital Regional: me presentaron como si fuera un chango. Tuve que enfrentarme a 24 ginecólogos. Recuerdo también cuando atendí mi primer parto: había más de 15 personas de mirones y todas con actitud de escrutinio”, comenta una de ellas.
En este escenario, en mayo de 2017, se lanzó la campaña Parteras de Hoy para generar un debate sobre la partería y hacer llegar a las mujeres información precisa y fidedigna sobre el continuo de la atención que ofrece. La campaña tuvo como eslogan: “Hoy un parto seguro, cálido y confiable es posible. Una partera sabe cómo lograrlo”. El objetivo central de la campaña consistió en presentar la partería como una opción segura y cálida para las mujeres. El resultado ha sido positivo, pues ha generado una amplia comunidad interesada en conocer e impulsar la partería.
El Estado mexicano está obligado a garantizar los derechos humanos a la salud, la libertad, la vida, la integridad personal, la igualdad y la no discriminación, la información y la vida privada de las mujeres con el acceso efectivo a servicios de salud reproductiva de calidad. Con relación a este deber, las parteras deben ser reconocidas como mujeres trabajadoras del campo de salud. Sin embargo, el papel de la partería en nuestro país sigue teniendo un estatus ambiguo.