Por: Jimena Soria (@jimesoria)
Para las mujeres de la Ciudad de México, 2019 empezó con un recordatorio de que la violencia en el transporte y los espacios públicos no sólo no ha disminuido, sino que cada día cuenta con nuevas estrategias y las acciones del Estado siguen siendo insuficientes. Gracias a los valientes testimonios de mujeres que contaron sus historias en redes sociales y del trabajo de compañeras feministas que se dedicaron a mapear y a recopilar testimonios se dio a conocer una nueva modalidad de violencia en contra de las mujeres: intentos de secuestro en el Metro o sus inmediaciones, en que los agresores se hacen pasar por sus parejas con el fin de inhibir la reacción de otras personas y de las autoridades.
Inicialmente, se publicó una nota de la Silla Rota que reportaba este modus operandi y narraba el testimonio de una víctima de este tipo de crimen. La reacción del Metro de la CDMX fue un tuit declarando que no tenían registro de ninguna denuncia por intento de secuestro y que se habían destinado los vagones rosas en todas las estaciones en “apoyo” a las usuarias. Ese mismo día lanzaron una nota informativa declarando que habían contactado a la usuaria y que exhortaban a las personas a denunciar y buscar el apoyo del personal de seguridad en el Metro.
La negación del Metro sobre el fenómeno, el exhorto nuevamente hacia las mujeres de denunciar, el aumento de testimonios de secuestros y feminicidios —como el de Giselle— y la visible situación de inseguridad hicieron que las mujeres nos organizáramos para marchar y exigirseguridad y justicia, el 2 de febrero. A la manifestación llegaron más de 5 mil personas.
De manera paralela, el 1 de febrero, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, convocó a una conferencia de prensapara anunciar la implementación de medidas para hacerle frente a esta situación. Las medidas propuestas fueron:
En la conferencia de prensa, las autoridades de la CDMX mostraron un compromiso con la cero tolerancia al acoso y la violencia en contra de las mujeres y un reconocimiento de la preocupante situación. Incluso, en la conferencia, dos mujeres sobrevivientes de estos intentos de secuestro contaron su historia. Las medidas parecían adecuadas ante la situación de emergencia, pero la necesidad de revisar las políticas públicas implementadas en la materia seguía pendiente.
El 4 de febrero, la Secretaría de Seguridad Ciudadana lanzó un tuit en el que anunciaba que se unían a la iniciativa ciudadana “Dame la mano” y se pondrían una cinta morada en la muñeca para que cuando las mujeres se sintieran inseguras, pudieran tomar la mano de los policías para prevenir el delito. Esta medida nos recordó a los llamados silbatos antiacoso que anunció Mancera como parte de la Estrategia 30-100 (100 acciones en 30 días) después de la mayor protesta en contra de la violencia hacia las mujeres en México en 2016. Una muestra más de medidas que parecen ocurrencias y no políticas públicas serias en contra de la violencia de género.
Ante esta desafortunada medida, nos surgieron algunas preguntas: ¿Por qué las mujeres deben “tomar la mano” de los policías para pedir ayuda? ¿Las mujeres deben fijarse si los policías tienen un listón? ¿No es responsabilidad de la SSP que todos sus policías estén capacitados con perspectiva de género? ¿Cómo el listón modifica las conocidas condiciones en las que los policías desincentivan la denuncia, revictimizan a las mujeres o les dicen a las mujeres que “los dejen terminar su comida”? ¿Cómo cambia el que las mujeres no tengan que pasar 12 horas o más en el MP para presentar una denuncia o el que 97 % de las denuncias que se recopilaron de las mujeres que denunciaron intentos de secuestro no haya procedido? ¿Es opcional que los policías porten la cinta? ¿Cómo se definirá quiénes sí la portan y quiénes no? Y por último: ¿por qué la Secretaría de Seguridad Pública opta por este tipo de medidas superficiales y cuestionables en un contexto de violencia cotidiana contra las niñas y mujeres y de falta de acceso a la justicia?
La respuesta de la Secretaría de Seguridad Ciudadana fue que este era un acto simbólico, que estaban conscientes del reto y seguirían con las acciones anunciadas. Sin embargo, en un contexto en el que la policía es una de las instituciones en las que menos confía la ciudadanía, estas medidas lejos de demostrar un compromiso muestran una falta de comprensión de la complejidad de la situación.
En 2016, desde GIRE, Equis Justicia para las Mujeres, Ala Izquierda, el Área de Derechos Sexuales y Reproductivos del CIDE realizamos un seguimiento e informe de la estrategia 30-100. Muchas de las lecciones que se lanzaron en ese informe, siguen siendo pertinentes:
Esperamos que las autoridades de la Ciudad de México vayan más allá de la buena voluntad y las ocurrencias y anuncien medidas que vayan al fondo del problema de violencia en contra de las mujeres en el transporte público de una vez por todas.
* Jimena Soria es Analista de Dirección de @GIRE_mx.