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No soy una persona que asista a muchos conciertos, pero en abril de este año fui a un festival de música con múltiples artistas y escenarios, todo ocurriendo al mismo tiempo. Mis gustos musicales se inclinan principalmente por el pop y el regional mexicano. Ese día, lo que más me emocionaba era el regreso oficial de Belanova, su primer show en muchos años. Como fanática del pop tapatío, estaba entusiasmada. Entre los artistas que me ilusionaba ver estaban Fey (soy una niña de los 90, crecí cantando “Tú, mi complemento, mi media naranja”), Los Tucanes de Tijuana, Grupo Pesado, Ha-Ash, Bobby Pulido, Gloria Trevi, Hombres G, entre otros.
Lo interesante vino cuando vi a Bobby Pulido salir al escenario con solo unos jeans, una camisa de cuadros y una tejana, mientras que Fey apareció con un grupo de bailarines, un vestuario espectacular y no paró de cantar y bailar durante los 40 minutos de su set. En ese momento me di cuenta de la gran disparidad en las exigencias a los artistas. Nunca antes había notado tanta diferencia.
La industria musical es un espacio donde la creatividad, la expresión artística y el talento se entrelazan para crear obras que trascienden fronteras y generaciones. Sin embargo, hay un conjunto de normas no escritas que afecta desproporcionadamente a las mujeres. Estos dobles estándares, profundamente arraigados en la cultura popular, imponen una carga adicional sobre las artistas femeninas, exigiéndoles más que a sus colegas masculinos en aspectos como la edad, la apariencia, la conducta, el contenido de sus letras y las expectativas profesionales.
Una prisión estética
Uno de los dobles estándares más visibles en la música es la obsesión con la apariencia física de las mujeres. Desde el momento en que una artista femenina emerge en la escena, su cuerpo, vestimenta y estilo son objeto de un escrutinio implacable. Nunca es suficiente: es demasiado joven o demasiado vieja, demasiado delgada o ha subido de peso, no baila lo suficiente o exagera sus movimientos. El caso de la última gira de Madonna, «The Celebration Tour», es un ejemplo claro; recibió innumerables críticas acusándola de estar «demasiado vieja» para seguir actuando.
Esta presión no solo proviene de la industria, que a menudo moldea a las artistas para que encajen en ciertos estándares de belleza, generalmente occidentales, sino también del público y los medios de comunicación, que perpetúan estigmas y expectativas. Mientras que los hombres son celebrados por su talento y carisma, independientemente de su apariencia, las mujeres enfrentan la exigencia de cumplir con ideales de belleza inalcanzables. Artistas como Adele han hablado abiertamente sobre cómo su peso ha sido un tema recurrente, a menudo eclipsando su talento musical. Esta atención desmedida en la apariencia física refuerza la noción de que el valor de una mujer en la música está estrechamente ligado a su atractivo físico, una expectativa que no aplica con la misma intensidad a los hombres.
Vida personal bajo la lupa
Las relaciones románticas, las decisiones sobre la maternidad e incluso las luchas personales de las artistas femeninas se convierten en temas de debate público. Mientras que los hombres en la industria logran mantener cierto grado de privacidad o incluso son admirados por su estilo de vida «rebelde», las mujeres son frecuentemente juzgadas con dureza por las mismas acciones.
Taylor Swift es un claro ejemplo de cómo su vida amorosa ha sido tema constante de especulaciones, a menudo opacando sus logros musicales. Esta invasión de la vida privada es otro reflejo de los dobles estándares que enfrentan las mujeres en la música.
Las letras importan… si eres mujer
Otro ámbito en el que los dobles estándares son evidentes es en el contenido de las letras. Mientras que los hombres pueden explorar temas como el sexo o la violencia sin enfrentar una reacción negativa significativa, las mujeres que abordan estos mismos temas suelen ser criticadas o tachadas de inapropiadas.
Cuando una artista femenina escribe sobre su sexualidad o independencia, a menudo se le acusa de ser demasiado «provocativa». En contraste, los hombres pueden hablar de lo mismo desde una posición de poder sin recibir el mismo nivel de escrutinio. Esta visión conservadora y sexista busca limitar la expresión artística de las mujeres, confinándolas a roles y temas que la sociedad considera «apropiados».
Disparidad en el reconocimiento y las oportunidades
Los dobles estándares también se reflejan en la disparidad de reconocimiento y oportunidades dentro de la industria. A pesar de su talento y éxito, muchas mujeres encuentran dificultades para recibir el mismo nivel de respeto y reconocimiento que sus colegas masculinos. Esta disparidad es evidente en los premios, donde las mujeres suelen estar subrepresentadas en categorías clave, y en las oportunidades para encabezar festivales o firmar contratos importantes.
Además, las mujeres a menudo tienen que trabajar más duro para alcanzar el mismo nivel de éxito que los hombres. Beyoncé ha hablado sobre cómo, a pesar de ser una de las artistas más exitosas del mundo, todavía siente la presión de demostrar su valía en una industria dominada por hombres. Madonna, por su parte, ha señalado que se espera que las mujeres en la música se reinventen constantemente para seguir siendo relevantes, una presión que no afecta a los hombres de la misma manera.
Hacia una industria más equitativa
Los dobles estándares que enfrentan las mujeres en la música reflejan los desafíos más amplios que enfrentan en la sociedad. A pesar de los avances hacia la igualdad de género, la industria musical sigue siendo un espacio donde las mujeres deben luchar contra expectativas desiguales y críticas desproporcionadas para ser tomadas en serio.
Es necesario un cambio de actitudes y expectativas hacia las mujeres en la música, así como la creación de un entorno en el que las artistas femeninas puedan expresarse libremente, sin temor a ser juzgadas o castigadas por ello.
Anahi Rodríguez es internacionalista aunque no ejerce. Su pasión es la incidencia legislativa y hablar de menstruación. Le gusta nadar, las dragqueen y el freestyle. En su tiempo libre ve Kdramas. Le gustan mucho los conejos 🐰
3 octubre 2024