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Wendy Guevara, influencer que se volvió tendencia desde el meme Las Perdidas, ahora es un fenómeno nacional, e incluso mundial, por su participación en el reality show La Casa de los Famosos, conquistando el corazón de muches. A continuación, te damos 4 puntos en los que Wendy nos ha hecho reflexionar.
Wendy ha tenido un efecto afectivo con su presencia en La Casa de los Famosos. No solo nos reímos y lloramos con ella: a través de su representación se nos apachurra el corazón para pensar en ternura y amistad.
Hablamos de las (improbables) amistades que Wendy ha construido con sus compañeros varones. Resulta intrigante ver cómo esos hombres, que encarnan las normas hegemónicas de sus contextos y, en ocasiones, han sido vocales en sus opiniones antiderechos, aparecen en televisión construyendo lazos afectivos con una mujer trans. Reconocemos que esto puede ser una buena actuación o una mera publicidad; sin embargo, el hecho de que Poncho diga abiertamente que “Wendy es a toda madre” y quiera salir de fiesta con ella después del show no es menor. Claro, no decimos que su relevancia recae en el hecho de que la normatividad de De Nigris valide la transgresión de Wendy, sino que se está emitiendo al público que es posible una relación amistosa entre una persona trans y otra cis.
Pero también nos debemos referir a los poderosos vínculos que tiene con sus amigas (de quienes es colega y socia) Paola, Kimberly, Karina, Evelyn y muches otres. Amistades forjadas en el barrio, a quienes Wendy decidió invitar a sus lives, motivarlas a emprender y unirse a ella en este camino por el mundo del espectáculo. Ahora, Kimberly viaja por el país como presentadora, Paola incursionó en la industria zapatera y todas asistieron al programa Venga la Alegría para modelar y apoyar a su amiga. Si bien no son amistades perfectas, ellas muestran que resistir y vivir en este mundo heteropatriarcal es posible a través de la hermandad de nosotrans.
Si todo lo personal es político, estas muestras de afecto —por imperfectas o artificiales que sean— tienen el potencial de ir tejiendo una sociedad atravesada por la euforia y la ternura. También es invaluable porque nos recuerda a nosotras, personas disidentes de género, cómo hemos tejido o no lazos afectivos. Las que escribimos este texto reconocemos con cierta nostalgia que tenemos una Paola con quien hemos crecido, un Poncho con quien vamos de peda, una Kimberly con quien reímos a carcajadas y un Nicola con quien jugamos al coqueteo.
Ver un show de televisión es una experiencia casi metafísica, pues nos da a la audiencia un papel de observador que no puede interferir en la historia por mucho que gritemos a la pantalla. Los reality shows que utilizan la hipervigilancia —tal como La Casa de los Famosos y otras variantes de Big Brother— transforman al televidente en un observador omnisciente que puede conocer (o suponer que conoce) las estrategias, incentivos y emociones de cada participante. Pero la cualidad de “ojo que todo lo ve” toma dimensiones absurdas cuando nuestro foco de atención es una mujer trans como Wendy.
Todes tienen una opinión sobre algo que Wendy no ve. Las redes sociales se han inundado de personas usuarias que explican las verdaderas intenciones de Poncho, Sergio o Nicola. Incluso, Niurka da entrevistas para explicarle a Wendy qué debe hacer. Con cada post o video se le exige no ser ilusa o inocente.
Así, Wendy existe en nuestras mentes como víctima, y el resto como sus salvadores y guías. Esto es un ejemplo ideal para mostrar que las identidades trans solo parecen posibles en nuestro imaginario como personas hiperoprimidas que necesitan la ayuda de alguien más, idealmente hegemónico y, por ende, cis.
Wendy nos demuestra que no es ingenua y que tiene su propia estrategia. Basta con escuchar declaraciones de Paola Suárez o alguna otra amiga para conocer que ya había construido alianzas previas al inicio de la transmisión. Tampoco podemos ignorar —a pesar de que nuestra pulsión colonial y cis-sexista lo quiera— que Wendy lleva años resistiendo y sobreviviendo a las violencias del sistema heteropatriarcal. Ella tiene las herramientas suficientes para lidiar con los egos y jugadas de un grupo de celebridades blancas.
Después de ver a Wendy en La Casa de los Famosos comenzamos a cuestionarnos si esta visibilidad de una mujer trans reivindicaba a Televisa. Si esta visibilidad colocaba en el centro a las identidades trans y operaba contra los discursos de transfobia y antiderechos. Y la respuesta es no. Televisa es y ha sido un poder de instrumentalización de las masas. No olvidemos cuando la gran cadena de televisión colocó a “La Gaviota” como Primera Dama durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, o las coberturas corruptas y tendenciosas de casos como los 43 de Ayotzinapa y de Atenco.
A lo anterior se suma toda la transfobia permitida en otros programas de Televisa. La creadora digital Láurel Miranda destina parte de su análisis a evidenciar estos discursos puramente transfobicos en la TV y otros canales de comunicación, como lo hizo con Juan Soler o hasta con Gabriela de la Garza.
Como lo menciona el texto La legitimación como proceso en la violencia política, medios de comunicación y construcción de culturas de paz, “los efectos de agenda y de encuadre de los medios de comunicación describen su influencia en la percepción que los individuos tienen de la realidad, seleccionando ciertos temas en detrimento de otros y seleccionando las palabras e imágenes con las que se describen y explican los fenómenos sociales”.
Televisa opera con esta lógica, porque ha decidido darle visibilidad a cierto tipo de mujer trans sobre otras realidades trans. El encuadre con el que lo hacen es puramente económico y en beneficio de la cadena televisiva, no para luchar contra los discursos de odio.
Pero dentro de esta instrumentalización se encuentra Wendy, quien no nos debe ningún tipo de activismo trans y ninguna posición política. Dejemos de verla con el activistómetro. Ella ya ganó porque, en el trasfondo de la instrumentalización de la que es objeto, ha posicionado su realidad como mujer trans en TV abierta, más allá de Televisa.
Wendy es un ejemplo de cómo se vive una realidad trans en México. El Archivo Trans y Fugas, creado por Laura Glover, cuenta un poco de la historia de Wendy, llamada así por su amiga estilista Lucero, por la protagonista de la telenovela “Amigas y Rivales”. El bullying que sufrió en la primaria por ser muy femenina hizo que no terminara el último grado. Como ella misma lo ha contado, fue violada y luego revictimizada por su madre. Se enfrentó a la pobreza extrema y a los golpes de su padre. Condiciones que la obligaron a ejercer el trabajo sexual desde los 15 años. Wendy aprendió a hacer reír antes de que se rieran de ella.
Pero su historia solo es una de las diferentes realidades de ser trans. Por ejemplo, las mujeres trans racializadas, las mujeres trans en cárceles, las mujeres trans migrantes, las mujeres trans en situación de calle, las mujeres trans adultas mayores y un sinfín de identidades trans que siguen invisibilizadas por los medios masivos de comunicación. Por eso, acá te dejamos una lista de mujeres trans que han tomado las redes sociales para combatir los discursos de odio y que tienes que conocer.
Estefania Velázquez es feminista, activista cannábica y lesbiana. Aficionada al placer y su gestión. Pasa los días fumando, luchando y resistiendo.
Geras Contreras es un nerd del feminismo. Su dieta consiste en libros que devora, postres que hornea durante las noches de insomnio y martini seco mezclado, nunca agitado.
10 agosto 2023