Toy Story 4 es más real de lo que parece
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Toy Story 4 es más real de lo que parece


¡Advertencia! Este texto revela detalles de la trama de Toy Story 4

Dicen que todo libro, texto, película o canción adquiere un sentido distinto para cada persona porque cada quién proyecta en ellos su propia interpretación de la realidad. Como millennial que vio la primera película de Toy Story a los cuatro años y que creció para descubrirse feminista, tengo muchas proyecciones de esta película de Disney Pixar.

Foto: Disney

Empecemos por el personaje que surge el día de la orientación al jardín de niños de Bonnie. Forky es un tenedor que salió de la basura, sus brazos son limpiapipas, su boca y cejas son de plastilina, sus pies —en los que Bonnie escribió su nombre— son un palo de paleta partido en dos. Esto último parece ser lo más importante para todos los juguetes de la película: Bonnie escribió su nombre en Forky, no solo lo convirtió en un juguete, sino que es SU juguete y ahora él tiene que hacerla feliz.

Forky insiste en que no es un juguete. Dice que él es basura, que quiere estar con la cálida basura. Trata de escapar varias veces de la vida que tienen los juguetes que ya conocemos, pero Woody insiste en convencerlo de que es uno de ellos.

 

Esta parte de la película me hizo sentir mucha incomodidad. La ansiedad que le causa a Forky la insistencia de los personajes a su alrededor en referirse a él como algo que él dice que no es, me recordó a la situación que muchas personas trans viven en el mundo.

Cuando una persona trans expresa que no se identifica con el sexo que le fue asignado al nacer y pide que se refieran a ella con un nombre y género distintos a los asentados en su acta de nacimiento, lo más común es que quienes le rodean sean reticentes a reconocerle e, incluso, que le traten con violencia o, al menos, con condescendencia —como Woody a Forky—. Muchas familias, amistades y “apoyos” psicológicos hacen todo por convencer a las personas trans de que son lo que alguien más —en este caso, Bonnie— ha decidido que son.

Por otra parte, Toy Story 4 también es una metáfora de la desigualdad: pareciera que los juguetes más “privilegiados” son aquellos que pertenecen a un niño o niña y, los que no, aspiran a tener un dueño. Pero ¿de qué depende que un juguete sea de un niño o niña? De muchas cosas, prácticamente todas ajenas a lo que cada juguete pueda hacer, lo que nos recuerda al mito de la meritocracia. El caso más palpable es el de Gabby Gabby: debido a un defecto de fábrica, nunca ha podido ser de un niño o niña, solo lo logra cuando se adapta y aprovecha una oportunidad extraordinaria de ser el consuelo de una niña perdida.

Contra este “mandato social” de pertenecer a un niño o niña, aparece Bo Peep quien, después de una vida con Molly, ahora es un “juguete olvidado”. Cuando Woody intenta compadecerse de ella, Bo Peep le aclara que, a pesar de haber sido feliz con Molly, ahora se siente mejor.

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Bo Peep representó, para mí, el sentimiento de muchas al descubrirnos feministas. Cuando los feminismos llegan a nuestras vidas y ajustamos nuestros estándares a lo que creemos más conveniente, a veces la sociedad no los comparte. Por ejemplo, si decidimos no casarnos o no ser madres, la primera reacción de algunas personas es sorprenderse, cuestionarnos y asumir que nos estamos complicando la vida, como hace Woody con Bo Peep.

Pudiéramos afirmar entonces que Bo Peep es feminista. Sin embargo, como también pasa en la vida real, ello no la exime de ser la principal cuidadora de los demás personajes, al menos en lo emocional. Bo Peep es, por ejemplo, quien anima a Duke Caboom a superar sus traumas del pasado cuando siente que no es capaz de dar un salto de 12 metros. Es también quien se sincera con Woody al decirle que debe superar a Andy y seguir con su vida.

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Foto: Disney

Toy Story 4 juega sobre todo con la nostalgia, pues a final de cuentas es una película sobre un duelo —de Woody con Andy—. Pero esta es sólo una interpretación personal de la película. Como bien dice Pedrito Sola en sus reseñas de Twitter, “vayan a verla”.

Por Rebeca Lorea (@rebeca_lorea)

Rebeca Lorea es abogada feminista, originaria de Guanajuato, preguntona y acariciadora de perritos. Forma parte del equipo de GIRE.


15 julio 2019


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