Una feliz coincidencia o El ring de las hormonas: perimenopausia y pubertad
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Una feliz coincidencia o El ring de las hormonas: perimenopausia y pubertad


Por Cecilia Rodríguez Loría
“Antes había sido caos y de ese caos, surgió el espectáculo” Clarice Lispector

Pienso en la maternidad como una cajita de sorpresas que nunca se acaban. Empieza recién pariste cuando crees que lo más difícil ha pasado; tienes a la pequeña criatura que asemeja a una oruga en tus brazos y gracias a un bondadoso coctel de hormonas estás segura de que ya la libraste, te acompaña la sabiduría de cien generaciones y nada te detendrá. Superar el parto, el postparto, la lactancia y la infinita lista de asuntos que vamos sorteando durante los primeros años de vida de nuestras criaturas son victorias indiscutibles. El asunto es que siempre hay algo nuevo en la cajita de sorpresas. Así entonces, heme aquí cayendo en cuenta de que la próxima sorpresa a desbloquear es la sinergia de mi perimenopausia y la pubertad de mi hija, lo que nos llevará en un futuro cercano a mi menopausia y su adolescencia. Y para ser más específica, a su primera menstruación y mi última. Esta feliz coincidencia, que también puede estremecer a cualquiera, es cosa relativamente nueva; se debe, sobre todo, a que cada vez somos más las mujeres que decidimos tener hijxs después de nuestros treintas.

Ilustración de dos mujeres que una a otra se tocan con sus dedos el pecho.

Imagen tomada de @monturqueza

No es ningún secreto que a la menstruación la rodea un estigma social que ha provocado que no podamos vivir ese momento en plena libertad. Es un proceso que se nos ha enseñado a vivir con vergüenza y miedo. La mayoría de las niñas esperan con horror su primera regla, harían lo que fuera por retrasar el momento o por adelantarlo y que pase rápido, y cuando finalmente llega hay tantas promesas por cumplir que todo es bastante aterrador: “hay que hacerse mujer” de la noche a la mañana, aguantar el dolor, dejar de brincar y nadar, aprender a andar con algo entre las piernas que contenga la menstruación, el miedo a mancharnos y ser observadas, el grotesco dicho de que “ya podemos ser madres” al cual se le suma una responsabilidad absurda de cuidar sin ninguna información una vida sexual que seguramente aún no tenemos y un largo etcétera que termina por llenarnos de pánico solo porque nuestros ovarios decidieron ovular por primera vez. 

 

La mala noticia es que no se pone mejor con el tiempo. La salud ginecológica ha estado muy centrada en la reproducción y ha dejado bastante de lado las implicaciones de los procesos hormonales del cuerpo femenino, así que, si además una tuvo algún padecimiento como ovario poliquístico, endometriosis, amenorrea o dismenorrea, habrá tenido que enfrentar uno o varios obstáculos más. En resumen, vivimos con miedo y vergüenza gran parte de nuestra vida menstruante; quizás en algún momento, ya adultas, logramos hacer las paces con nuestro ciclo e incluso aprendemos a disfrutarlo. Y cuando nos estábamos acostumbrando llega la perimenopausia a anunciarnos un nuevo cambio, algo leve: dejaremos de ovular y otra vez la vorágine de cambios que no dependen de nosotras; la mirada de una sociedad que nos mira con la lupa de la reproducción nos tiene nuevas exigencias reservadas mientras nosotras estaremos lidiando con fluctuaciones en el humor, el cambio de la forma de nuestro cuerpo (de nuevo), el cansancio repentino, las dificultades en el sueño y otros síntomas.

Hace poco escuchaba a una ginecóloga decir que “los ovarios son glándulas que están desfasadas al desarrollo del resto del cuerpo”. Se refería a que tienen una “vida útil” distinta y que eso genera tanto la crisis de la adolescencia como la de la menopausia porque nuestro cuerpo tiene que volver a encontrar el equilibrio durante la parte de nuestra vida que es menstruante y después, cuando deja de serlo. Solo pensemos que por ahí de 1950 la esperanza de vida de las mujeres en el mundo era de 50 años y pues no se esperaba mucho después de la menopausia, pero ese es un escenario que tenemos que replantearnos porque la esperanza de vida ahora es de 75 años, lo que quiere decir que pasaremos más o menos la misma cantidad de tiempo en nuestras vidas menstruando que sin menstruar.

 

 

Es aquí donde se pone bueno, porque muchas mujeres, al menos las que decidimos tener hijxs en nuestros treintaitantos y tuvimos hijas, vamos a enfrentar junto con ellas dos de los cambios más radicales que un cuerpo puede vivir. Y hay que tener claro que ni ellas se convierten en mujeres por el solo hecho de menstruar, ni nosotras dejamos de ser mujeres por dejar de hacerlo. Es muy probable que al pasar por estos procesos juntas nos sintamos abrumadas, quizás el presente nos supere, pero solo desde ahí podemos construir lo que sigue. Sin duda es una etapa de duelo para ambas, pero también de reconstrucción, dejaremos atrás algo que fuimos y nos cuestionaremos por lo que seremos. Más que un ring de hormonas o una feliz coincidencia es solo una oportunidad de coincidir y compartir algo que nos está pasando por primera vez.

Ilustración de dos mujeres. Se ven sus rostros recargados uno sobre otro.

Imagen tomada de @anasofia.toral

 

Serán un par de años complejos. Van unos tips que se me ocurre nos pueden ayudar:

  • Tener información sobre lo que nos sucede a ambas: recordemos que nos podemos mostrar vulnerables ante nuestras hijas y que eso también ayuda a crear empatía y a conectarnos.
  • Platiquemos y hablemos de ello libremente sin forzarlo.
  • No olvidemos que somos la adulta y la mamá: acompañemos a nuestras hijas en el proceso, pero sin dejar de cuidarnos a nosotras.
  • Pasemos tiempo juntas, pero también seamos muy proactivas para que cada una tenga espacios propios y a solas o con su red de apoyo.

¿Qué más se te ocurre a ti?

Como en todas las cosas de la vida, no se trata de seguir recetas y este texto es simplemente una reflexión que intenta conectar con personas que estén viviendo este momento. No nos tiene que salir bien, ni hay manera de calificar cómo pasaremos por aquí, pero hay una sola cosa de la que sí estoy segura: pasar por esto junto a nuestras hijas es algo que no se va repetir. 

 

Fotografía de Cecilia. Ella es una mujer que tiene el cabello ondulado a la altura del hombro. Usa una blusa de animal print descubierta de los brazos.

Autora

Cecilia (@qkiss) es comunicóloga, ama cocinar y darle la vuelta a las cosas para ver de qué están hechas.


19 junio 2024


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