Abortistas, no clasistas
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Abortistas, no clasistas


(Gráfico de Nina Potischman)

Por Rebeca Lorea

 

Ista. Sufijo. Forma adjetivos que habitualmente se sustantivan y suelen significar “partidario de” o “inclinado a” lo que expresa la misma raíz con el sufijo ismo
Abortista. Persona partidaria de la práctica del aborto libre. 
Clasista. Adjetivo. Que denota clasismo. Que defiende las diferencias de clase y la discriminación por clase.

 

«Si no pueden mantener a los hijos, que no los tengan, luego los tienen en la calle pidiendo dinero»

«A las mujeres que ya tienen más de 4 hijos deberían de ponerles un DIU en el IMSS”

«Estoy a favor del aborto porque no es justo que se traigan niños al mundo a sufrir y a vivir en pobreza”

Seguramente no es la primera vez que te topas con afirmaciones de este tipo, o muy parecidas. Estas lógicas las escuchamos en nuestras reuniones familiares, las leemos en redes sociales, a veces están implícitas en demandas feministas, incluso en textos académicos o en legislación y políticas públicas.

Puede que estés de acuerdo con todas, o solo con alguna de ellas. Sin embargo, todas se sostienen en prejuicios clasistas, y encontramos problemático que se perpetúen desde los movimientos feministas a favor del derecho a decidir. 

Algunas personas se preguntarán qué tiene de malo estar a favor del aborto para que no haya niños pobres, si es una realidad que la mitad de la población en México vive en pobreza. Pero, persona desconocida que lees este blog, incluso la afirmación a favor de la despenalización del aborto al inicio de este texto es clasista y dañina. 

Pero no te preocupes, aquí te compartimos algunas razones de porqué debemos dejar de replicar esos “argumentos” a favor de la despenalización del aborto, y esperamos que te sirva de punto de partida sobre cómo ser abortista sin ser clasista en el intento.

1.Reproducirse o no hacerlo es un derecho humano

La reproducción forma parte del ámbito más íntimo en la vida de una persona, sobre todo en la vida de las mujeres y de todas las personas que pueden gestar, pues el reproducirse o no tiene implicaciones distintas para ellas y su cuerpo. Por esto, la reproducción está relacionada, además del derecho a la vida privada, con el derecho a la salud, a la integridad personal y a la igualdad y no discriminación. 

Estos derechos en conjunto conforman derechos reproductivos y, como derechos humanos, los tenemos todas las personas y queremos que se nos garanticen a todas, por ejemplo, a través del acceso a anticonceptivos y al aborto legal, que no tenemos por qué exigirlos solamente “para las pobres”. 

No importa si es una señora de Las Lomas o una mujer indígena en la Costa Chica de Chiapas, o tú que me lees o yo que escribo, todas tenemos el mismo derecho a la autonomía reproductiva: a decidir libremente si nos embarazamos y parimos, o a no hacer ninguna de las dos, y que cualquier decisión se nos garantice.

Es cierto que las mujeres con mayor poder adquisitivo tienen mayores posibilidades de abortar de manera segura, independientemente de la legalidad del aborto, y es por ello que a veces se hace mayor énfasis en las mujeres en situación de pobreza que pueden tener mayores obstáculos para abortar. Sin embargo, cada vez hay más colectivas de mujeres acompañantes haciendo realidad el acceso al aborto seguro con medicamentos en lugares con contextos jurídicos y sociales adversos.

Hay que replantearnos estos discursos como una de las razones a favor del aborto seguro: queremos aborto legal para todas, no porque no nos importen las mujeres en situación de pobreza, sino porque sabemos que ésta no se termina con políticas que buscan controlar el cuerpo de las mujeres, y exigir “aborto legal para las pobres” puede percibirse muy fácilmente como una política de control de los cuerpos de un grupo específico de mujeres que de por sí están en una situación de desventaja.

2. El aborto legal y seguro es solo una pieza dentro del marco de justicia reproductiva

Los derechos humanos son interdependientes. Por ello, el Estado debe preocuparse y garantizar que todas tengamos acceso a una gama de opciones durante toda nuestra vida, y entre ellas se encuentra el aborto seguro. Sin embargo, nuestra vida no se reduce al momento en el que decidimos continuar un embarazo o abortar.

En su libro “Mujeres, raza y clase”, Angela Davis relata que en Estados Unidos

Durante los primeros años de la campaña por el derecho al aborto era demasiado frecuente asumir que los abortos legales ofrecían una alternativa plausible a la miríada de problemas que planteaba la pobreza. Como si tener menos niños pudiera generar más empleos, aumentar los salarios, mejorar las escuelas… frecuentemente, la campaña no sirvió para dar voz a las mujeres que querían el derecho a abortar legalmente, pero que al mismo tiempo deploraban las condiciones sociales que les impedían dar a luz a más niños.

Para no repetir esta historia es necesario exigir aborto legal y seguro, pero también debemos exigir otras condiciones igualmente importantes: atención prenatal de calidad; poder elegir el lugar de nuestro parto y el acompañamiento que queremos; y tener opciones de apoyo social, familiar y económico antes, durante y después del parto para tener la libertad de criar como queramos.

De eso se trata la justicia reproductiva, entendida en GIRE como el conjunto de factores sociales, políticos y económicos que permiten a las mujeres tener el poder y la autodeterminación sobre su destino reproductivo. Para ello es indispensable garantizar sus derechos humanos tomando en cuenta la discriminación y las desigualdades estructurales que afectan su salud, sus derechos y el control de su vida. Incluye también la obligación del Estado de generar las condiciones óptimas para su toma de decisiones.

Si estamos a favor del aborto legal, estamos a favor del respeto y garantía de las decisiones de las mujeres, y entre esas decisiones están también la continuación del embarazo, y las circunstancias en que se continúa ese embarazo y en las que culmina. Si nos importa la pobreza, en la que las mujeres están sobrerrepresentadas, la solución no es tan simple como legalizar el aborto; es compleja, pues requiere un cambio social y económico profundo, que nunca debe basarse en anular lo que queremos hacer o no con lo único que nos acompaña durante toda la vida: nuestro cuerpo.

¿Quieres seguir aprendiendo más sobre cómo ser abortista sin ser clasista o racista en el intento? Te recomendamos donar a la colectiva Morras Help Morras, que acompaña abortos seguros en casa y nos regala contenido informativo: 

Por Rebeca Lorea, @rebeca_lorea. Es abogada feminista, originaria de Guanajuato, preguntona y acariciadora de perritos. Forma parte del equipo de GIRE.


27 agosto 2020


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