Somos un blog con harto limón y feminismo. Nuestros temas favoritos son autocuidado, diversidad, menstruación, maternidad, infancias, amor romántico, política, derechos reproductivos y mucho más. ¡Ponle limón a tus días leyendo nuestras publicaciones!
Hace unas semanas, empezando el mes de junio para ser exacta, me topé con una publicación de Facebook en donde un chico preguntaba (palabras más, palabras menos) si a las mujeres que salían a la calle sin brasier no les daba pena que se les vieran los pezones.
Dejando de lado lo absurdo de la publicación, quedé realmente sorprendida al leer la sección de los comentarios, pues uno tras otro, todas las mujeres respondían: “claro que no”, “¿por qué debería darnos pena?”, “no, se siente bien andar libres”, “no y ¿por qué le molestaría a los demás?”.
Eso me hizo cuestionarme por qué nunca me había atrevido a abandonar el brasier, el cual me ha acompañado prácticamente durante dos tercios de mi vida, pues desde que estaba en el último año de primaria comenzaron a comprarme corpiños, y más tarde brasieres, diciéndome que era importante que los usara “para que no se me cayeran los pechos y me crecieran bonitos”. Vaya, ahora que recuerdo, incluso hasta antes de la pandemia, aún utilizaba bralettes por la noche para dormir, hasta que me fastidiaron y dejé de usarlos.
Nunca cuestioné ni me importaba si de verdad servían para algo, pero eso sí, siempre odié las varillas de los brasieres, así que le pedía a mi mamá que se las quitara, y cuando comencé a comprarlos yo, los escogía sin varillas. Ah, y sin olvidar la lata que me resulta escoger la talla y el modelo que me quede “bien”, por eso suelo comprar un par cada 2 o 3 años, y los uso hasta que se rompan.
Y, bueno, regresando a días pasados, la tercera ola de calor nos “visitó” y no se fue, sino hasta la penúltima semana de junio. Sin intención de restarle importancia y seriedad a lo que implica por ser un fenómeno climático extremo que cobró varias vidas, centrándome en el tema de este blog diría que fueron unos días insoportables, no sólo mi pareja y yo la estábamos pasando mal, nos preocupaban nuestros “poyhijos”, pues como aves son muy susceptibles de sufrir golpes de calor. Soy “Team Frío”, así que me uní al drama de: “Bombón, usa tus poderes de hielo, por favooooor”.
Pero, si tuviera que buscarle algo “positivo” a esas semanas infernales, diría que tanto calor me obligó a atreverme por fin a andar durante el día (y por la calle) sin brasier y me di cuenta de lo cómodo que es. Fue ahí donde surgió la idea para escribir este blog.
Las mujeres siempre hemos tenido que cargar con la presión social de que nuestros cuerpos se ajusten a los estándares de belleza de cada época, y los senos no son la excepción. Por ello, desde siglos atrás, las feministas se han rebelado, primero contra el uso del corsé y posteriormente contra el brasier, por considerarlos una imposición del patriarcado para exaltar los senos y la “figura femenina”.
Actualmente se ha confirmado que la utilidad del brasier es más que nada estética, y se han desmentido mitos como que su uso evitará que los senos “se caigan” y, por el contrario, ahora se menciona que dejar de utilizarlos podría fortalecerlos. De igual manera, se sabe que de noche no es recomendable ni siquiera utilizar bralette o corpiño, para poder descansar mejor.
Pero, entonces, ¿por qué a algunas personas nos cuesta tanto atrevernos a dejar de utilizarlo? Para este blog realicé una encuesta que fue respondida por un total de 46 mujeres cis y trans, de todas las edades, de distintas partes de México y de otros países, como Colombia, Guatemala y Escocia, a quienes les agradezco su participación, ya que me permitieron conocer una gran variedad de opiniones.
Primero, la mitad de ellas (52.2%) respondieron que utilizan brasier sólo para salir a la calle, 17.4% lo utilizan todo el tiempo y 30.4% ya no lo utilizan. Cuando se les preguntó si se sentían cómodas al utilizarlo, 26.1% respondieron que no, pero que se sentían obligadas a utilizarlo, mientras que 34.8% respondieron que se sentían cómodas, aunque los motivos que expresaron fueron principalmente estéticos. También es interesante saber que sólo 9 de todas las participantes han notado cambios tras haber dejado de utilizar brasier, 5 de ellas mencionaron únicamente la comodidad y las otras 4 señalaron mejorías en su circulación y respiración, así como menos sudoración, y dejar de tener irritación y/o dolor de espalda.
Posteriormente, se les preguntó cuáles fueron los motivos para comenzar a utilizar brasier, a lo que varias respondieron: “para que no se colgaran o deformaran los pechos”, pero más de la mitad respondió que les dijeron que “debían ocultar los pezones” o que lo debían utilizar para que los hombres no las miraran, lo cual nos lleva a la pregunta de si consideraban que en el lugar donde viven se juzga o critica a las mujeres que no utilizan brasier, a lo que todas respondieron que sí, principalmente con la mirada, salvo por 5 personas que respondieron que no o que no lo han notado.
Finalmente, se les preguntó cuál era su opinión respecto al uso del brasier, si tenía alguna utilidad o debía dejarse de usar, y si consideraban que socialmente se nos obligaba a utilizarlo y por qué. Respecto a la última pregunta, las respuestas fueron muy variadas, pero coincidieron principalmente en que se debe al pudor, a la sexualización e idealización de los cuerpos, basada en estándares de belleza, y al patriarcado.
Respecto a la opinión sobre su uso, quisiera finalizar con la reflexión que todas hicieron (y que comparto, después de todo lo que implicó la elaboración de este blog) sobre el “¿con o sin bra?” inicial, ya que prácticamente todas las participantes afirmaron que, sin importar si es útil o no, cada una es libre de decidir si lo sigue utilizando o no, y que no debería juzgarse a quienes deciden dejar de utilizarlo, porque (cierro citando una de las respuestas obtenidas en la encuesta): “Tenemos pezones y tetas. Supérenlo”.
Jenny es abogada por azares del destino, pero apasionada por los derechos humanos y las ciencias forenses. Es una gamer adicta a los chetos, y tiene muchos hijos emplumados.
13 julio 2023