¿Cuánto tardamos en México en…?
Es la ilustración de 2 limones, uno está sobre otro, el de atrás está cortado y el de enfrente está entero. Sobre ellos está el texto '100 por ciento feminista' y 'Limón' al dar clic sobre este te envía al blog feminista de GIRE.

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¿Cuánto tardamos en México en…?


Foto de portada de @jefafabiana, Hospital IMSS La Margarita, IMSS en Puebla.

Por Paco Cué

¿Cuánto tardamos en México en…?

No logré identificar cuántos días pasaron, desde que surgiera en China el nuevo y temible virus, para que viéramos las primeras imágenes de heroísmo, compasión, fraternidad y agradecimiento que los seres humanos somos capaces de manifestar ante la adversidad. Esos momentos que nos hacen sentir orgullo de formar parte de la especie a la que pertenecemos, pues.

No pude descubrir cuánto tiempo pasó—en parte— porque parece que el gobierno chino trató de ocultar el brote y aún no sabemos la fecha precisa en que sucedió, pero también porque los primeros videos y las primeras fotografías (obviamente en Wuhan) fueron compartidas en redes sociales distintas a las que usamos en este hemisferio, o fueron captadas por medios de comunicación que nos resultan totalmente ajenos. Aun así, me encontré con una enfermera obligada a abrazarse de lejos con su hija, que le llevaba una sopa al hospital donde trabajaba para que ella pudiera continuar luchando contra los monstruos:

Confieso que soy una de esas personas que sigue obsesivamente el desarrollo de la pandemia en las noticias o en las redes. No he podido despegarme de las pantallas viendo como el bicho saltaba de país en país y tomaba rumbo a nuestro querido México, recluyendo a las personas en sus casas, cerrando negocios, suspendiendo espectáculos, clausurando estadios y tomando cientos de miles de vidas en su andar por el mundo. Nunca había sido testigo de un acontecimiento que ocupara de tal manera —¡y por tanto tiempo!— la vida pública y fuera tema de la mayoría de mis interacciones con las personas que me rodean.

An honest voting sticker for 2020.

Publicado por The New Yorker Cartoons en Miércoles, 4 de marzo de 2020

Noticiarios, periódicos, universidades, redes sociales, en todos lados hay un registro detallado del número de contagios, de personas enfermas y de fallecimientos. Abundan los mapas que se van coloreando siniestramente; líneas punteadas que corren desesperadamente en un plano cartesiano; contadores de los días que tardamos en llegar a “X” número de algo, para poder así compararnos con otros países.

Se ha vuelto adictivo, por lo que me esfuerzo en no olvidar que detrás de cada cifra hay una historia; que detrás de cada dato hay una tragedia sobre alguien que enfermó, sobre alguien que perdió un ser querido, sobre alguien cuidando de alguien más. También están las historias de personas que no han sabido enfrentar el miedo, de políticos que no han sabido cómo responder a la crisis.

Pero no todas las historias que se cuentan en la pandemia son tragedias. En el mismo lugar donde brotaba la enfermedad, inevitablemente brotaban también las historias de heroísmo, de manifestaciones de gratitud, admiración y de cariño. Miles y miles de videos, fotografías y testimonios —tanto o más virales que el propio coronavirus— de personas aplaudiendo desde sus ventanas, taxistas que llevan gratis al personal de salud de sus casas al hospital, oficiales de policía disfrazados para levantar el ánimo durante el confinamiento.

También me he vuelto adicto a esas historias, pero parece que nadie las está contabilizando. “El primer caso”, “la primera enferma”, “el primer deceso”… parece haber cifras para las historias de desgracia. ¿Por qué no estamos también contabilizando las “otras” historias?

El primer caso confirmado de COVID-19 en México fue un hombre en la CDMX el 27 de febrero, entonces…

¿Cuánto tiempo tardamos en México en aplaudirle públicamente al personal médico y de enfermería?

 

55 días. Parece que la primera persona en recibir la muestra de agradecimiento público fue una enfermera. Sucedió en el 22 de abril, en Torreón, Coahuila, cuando se “atrevió” a ir al supermercado ataviada con su uniforme de batalla:

El número de casos de enfermeras aplaudidas se duplicó en menos de 24 horas, ahora con un brote en Chihuahua:

Luna Bencomo, enfermera del IMSS, publicaría después en su Facebook:

Sentí bonito al ver que en lugar de discriminar me estaban dejando pasar sin hacer fila, igual sucedió al momento de pagar, una cajera abrió una caja solo para atenderme a mí, pero lo que me llenó el corazón fue que al momento de tomar mi bolsa y voltear al frente para salir, vi una línea de trabajadores del super viéndome y esperando que avanzara en cuanto di un paso comenzaron a aplaudirme y dar gracias por la labor de enfermería en los hospitales”.

Para comienzos de mayo, los casos se estaban dispersando por todo el país. Beatriz Candelario, enfermera del Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde” de Guadalajara, fue recibida por sus vecinos entre aplausos y entonando la canción “Cielito lindo” en agradecimiento por su labor, con flores y pastel incluidos:

¿Cuánto tiempo tardamos en México en salir a los balcones o las ventanas para animar a los que atienden a las y los enfermos?

51 días. Fue el 18 de abril la primera vez que los habitantes del conjunto Miguel Alemán, sobre la Av. Félix Cuevas en la alcaldía Benito Juárez de la CDMX, se asomaron desde sus ventanas y pasillos —celular en mano, y con el Himno a la alegría en los altavoces— para hacer un reconocimiento al personal médico, de enfermería, administrativo y de mantenimiento que trabajan incansablemente justo enfrente de donde ellos viven, en el Hospital del ISSSTE “20 de Noviembre”:

Todos los días ha habido un nuevo caso de sentido agradecimiento en ese hospital.

¿Cuánto tiempo tardamos en México en tener los primeros actos de heroísmo?

 

36 días. Fue el 3 de abril cuando nació José Luis en el Hospital de Zona #1 del IMSS, en Saltillo, Coahuila, un bebé que tuvo que nacer prematuramente porque su madre —gravemente enferma con COVID— había sido ingresada a la unidad de cuidados intensivos. Tristemente la madre no lograría vencer al maldito coronavirus, pero su hijo José Luis —perfectamente sano y salvo gracias a las y los doctores y enfermeras del hospital—, pudo ser entregado su padre 18 días después:


El 29 de abril, apenas ocho días después, hubo un “rebrote” de heroísmo en Coahuila (ahora en Monclova): nacía una segunda bebé hija de una madre enferma de COVID, en medio de un gran operativo montado por el personal médico del Hospital General de Zona #7 del IMSS. Madre e hijo se encuentran en perfecta salud, y así celebraba en redes el personal médico y de enfermería:

¿Cuánto tiempo tardamos en México en ofrecer transporte gratuito al personal médico?

 

42 días. No está claro en dónde se presentó el caso cero, pero parece que fue en la ciudad de Querétaro. Un grupo de taxistas de la ciudad —hartos de ver escenas de discriminación en contra de quienes batallan en la primera línea contra el COVID— decidió organizarse para lanzar la campaña “Llegó el taxi”, con el objetivo de llevar de manera gratuita a todo el personal médico y de enfermería desde sus casas al hospital y de regreso:

¿Cuánto tiempo tardamos en México en llevar serenata al frente de batalla?

 

40 días. Integrantes de la Asociación Nacional de Mariachis se presentaron en las inmediaciones del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) el 7 de abril —Día Mundial de la Salud—, para llevarles serenata a todas y todos los integrantes del personal médico que pelean contra el coronavirus:

Pronto tendríamos reportes de un segundo caso, ahora en Monterrey, en donde cerca de 100 mariachis acudieron a la Clínica 6 del IMSS:

“Hasta aquí mi reporte, Joaquín.”

Por Paco Cué, @PacoCue 

Paco es politólogo por la UNAM. Le cuesta diferenciar de qué puede reírse y de qué no. Se siente muy orgulloso de formar parte del equipo de GIRE.


25 junio 2020


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