Micro y macro. Sobre todo, cotidianos
Es la ilustración de 2 limones, uno está sobre otro, el de atrás está cortado y el de enfrente está entero. Sobre ellos está el texto '100 por ciento feminista' y 'Limón' al dar clic sobre este te envía al blog feminista de GIRE.

EN MÉXICO SE LE ECHA LIMÓN A TODO. EN GIRE LE ECHAMOS FEMINISMO A TODO. ES UNA FORMA DE VIVIR Y CONVIVIR, TAN COTIDIANO COMO EL LIMÓN.

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Micro y macro. Sobre todo, cotidianos


Poco antes del encierro pasé por mi librería de confianza. Buscaba un título sobre lenguaje incluyente. La vendedora me lo entregó en la mano y yo, como buena adicta, le pregunté dónde estaba el mueble del que lo tomó. Amablemente me llevó hasta el librero de “género” y me señaló el libro que ella estaba leyendo en ese momento. He utilizado esa técnica de venta y, sin embargo, caí. Ahora que terminé de leer, me da gusto haber caído. 

No son micro. Machismos cotidianos no es un libro “para mujeres”, no es “para feministas”, no es un libro para “deconstruides”. Es una especie de enciclopedia con invitación a la reflexión. Podrías llevarlo en el bolso para que tu tía antiderechos no te agarre en curva. Puedes dejarlo sutilmente sobre la mesa cuando viene tu primo que va de aliado, pero no ha entendido casi nada. Es una buena herramienta para quienes no nacimos feministas, pero estamos a tiempo de cambiar y, sobre todo, es excelente material didáctico para quienes todavía piensan que hay quien “come como hombre” o “corre como niña”. 

En lo personal, entiendo como “micromachismos” esas formas de control que algunos hombres ejercen sobre las mujeres, que parecen inocentes, están super introyectadas en nuestra vida diaria y casi pasan desapercibidas. Aprendí que “el término fue acuñado en 1990 por el psicoterapeuta argentino Luis Bonino para hablar de los comportamientos masculinos cotidianos que fuerzan, coartan o minan la autonomía de las mujeres de forma sutil dentro de las relaciones de pareja heterosexuales”. 

Algunos son tan “micro” que muchas veces los pasamos por alto y hay otros que de “micro” no tienen nada, pero, como dice el título del libro, son cotidianos. Hay algunas cosas que tal vez a quienes vamos de “feministas” nos parecen súper obvias como que pretendas que haya un color para niños y uno para niñas, y todas las cosas que acompañan esto, como que los niños no pueden pintarse las uñas, hacerse un chongo o ponerse una falda porque les restaría “masculinidad”; o que haya profesiones para hombres y profesiones para mujeres. 

También hay ejemplos que a mí me hicieron detenerme a analizar si lo he notado en la vida cotidiana. Por ejemplo, los hombres que nos interrumpen. Honestamente, yo pensaba que sólo era cosa de mala educación, pero no podía entender por qué me enfurecía taaanto. En efecto, tiene que ver con que el machín que interrumpe considera inferior la opinión de su interlocutora. 

Otro ejemplo interesante: durante muchos años me he referido a mis amigas como “señora”, me parece que es el término correcto para referirme a una mujer que admiro y respeto, sin importar su edad o estado civil. Muchas, sin embargo, se sacan de onda. Muchas prefieren ser llamadas señoritas a pesar de todo porque en algún momento las convencieron de que señora es sinónimo de vieja y vieja es sinónimo de fea y amolada. ¿Por qué es necesario distinguir a las mujeres casadas de las solteras? ¿Distinguir a las que están “disponibles” de las que están ocupadas? ¿Infantilizar a las solteras? ¿Y por qué no usamos “señorito” para referirnos a los solterones sin hijos? 

Conforme avanza el libro, aumenta la complejidad del tema. Empieza por los colores para cada sexo y termina en la violencia sexual, pasando por cuestiones interesantes, resultado de la sociedad patriarcal, que, en efecto no son micro sino machismos históricos. El primero y más obvio es lo que las autoras denominan “La mujer que nunca estuvo”. Se trata de esas mujeres que no forman parte del canon artístico, literario, científico… ya sea porque les robaron su crédito o, simplemente, porque los señores que hicieron el canon decidieron dejarlas fuera. Afortunadamente, de unos años para acá se ha hecho un esfuerzo por recuperar todos esos nombres y trabajos, aunque muchas siguen en el anonimato. 

Luego vienen esos machismos cotidianos, imposibles de pasar por alto y que derivan en violencias hacia las mujeres, como la cosificación de las mujeres, la idea de que tenemos la obligación de ser bellas y sonrientes, la idea de que cuidar a los niños y limpiar la casa es chamba exclusiva de las mujeres, que somos únicas responsables de la anticoncepción y que sólo a través de la maternidad lograremos vivir una vida plena, siempre y cuando seamos suficientemente sacrificadas, además del acoso callejero. El hecho de que un sujeto crea que puede manifestar su opinión sobre una mujer, muchas veces desconocida, permite que muchas vivamos, caminemos, nos traslademos y trabajemos con miedo. 

El libro también menciona ejemplos gravísimos que ocurren de manera sistemática en este país y que no poco se ha hecho para detenerlos. Entre éstos se encuentra el rechazo a las personas no binarias, que deriva en actos discriminatorios y violencia; el rechazo al lesbianismo cuando algunos se atreven a decir que ellas “no han conocido a un hombre de verdad”, cosa que también ha derivado en diversas formas de violencia física y verbal; la prueba de amor, que también puede llevar a violencia sexual, y los celos con que algunos justifican feminicidios. 

Pero, ojo, que no todos los machismos cotidianos vienen de machirulos. ¡También por ahí algunas podemos llegar a tener actitudes machirulas! Con otras mujeres e incluso con nosotras mismas. Cuidado con el rechazo a nuestro propio cuerpo, a hablar de él como si nos fuera ajeno, a no permitirnos conocerlo. Aguas con hablarles a nuestras hijas de feminismo y dejar a nuestros hijos fuera de la jugada, con cuidar esas frágiles masculinidades, o asumir que otras mujeres son siempre unas tumba-hombres. 

Tras la lectura viene la reflexión y no hay nada de malo en admitir la posibilidad de no estar totalmente deconstruidas.

No son micro. Machismos cotidianos

Claudia de la Garza y Eréndira Derbez

Editorial Grijalbo, 2020

Artículo escrito por Mariana Roca C. (@MarianaRocaC) 

Mariana escribe y traduce. Su primer amor es la literatura, aunque todos los días la seducen los derechos humanos. En GIRE es investigadora y editora.


25 junio 2020


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