¿Qué rayos es eso de violencia obstétrica? ¿Te acuerdas de esa foto y noticia tan impactante de Irma, una mujer mazateca que parió en el patio de un hospital en Oaxaca porque le dijeron que todavía no estaba lista? No fue ni es un caso aislado.

En años recientes la prensa y las redes sociales han dado cara a la violencia obstétrica, una práctica tan común como dramática: mujeres pariendo en patios, jardines u otros lugares públicos. La imagen sintetiza una serie de prácticas normalizadas tanto por prestadores de salud como por las propias mujeres. Amenazas, manipulación u ocultamiento de información relevante para la salud de las mujeres, regaños, burlas, indiferencia ante las solicitudes y reclamos de las mujeres durante, antes y después el trabajo de parto; así como en el abuso de prácticas y procesos sin justificación que llevan a algunas mujeres a tener a sus hijos en condiciones inhumanas; otras menos “afortunadas” pueden incluso ser esterilizadas sin su consentimiento, sufrir daños en su salud o, incluso, perder la vida por una mala atención.

Hasta hace muy poco, la violencia obstétrica estaba tan normalizada como invisibilizada, pero en años recientes, GIRE y otras organizaciones han trabajado para hacer este tema visible. Por primera vez, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016) incluyó datos que nos permiten acercarnos al problema: de 8.7 millones de mujeres que tuvieron al menos un parto entre 2011 y 2016 en México, 33.4% refirieron haber sufrido malos tratos por parte de quienes las atendieron. Los maltratos a los que mayormente se enfrentan consisten en gritos, regaños, el retraso de la atención por “quejarse o gritar mucho”, el ocultamiento de información sobre el desarrollo de su parto y la presión para aceptar un método anticonceptivo o, incluso, para ser esterilizadas. ¡Imagínate!

¿Te suena familiar? Puedes conocer más sobre el tema aquí.