Si estuvieras embarazada, ¿qué harías? Pues, abortar
Banner del blog “Si estuvieras embarazada, ¿qué harías? Pues, abortar”. Contiene la ilustración de una mujer que sostiene una prueba de embarazo

Si estuvieras embarazada, ¿qué harías? Pues, abortar

Por Jenny Murrieta

Transcurría el mes de febrero, en pocos días cumpliría 30 años. Estoy en esa etapa de la vida en la que ves cómo todxs tus excompañerxs de la escuela, amistades, compañerxs de trabajo y conocidxs en general se casan y/o tienen hijxs. Pero, si hay algo de lo que estoy segura en este momento, es de que no deseo tener hijxs y que estar embarazada sería vivir una de mis peores pesadillas. 

Hago una aclaración: parte de la desinformación que circula con respecto al aborto afirma que las personas que somos defensoras de los derechos sexuales y reproductivos “desearíamos que todo el mundo abortara”. No podrían estar más equivocadxs. 

Las defensoras de los derechos sexuales y reproductivos luchamos para que todas las personas puedan tomar decisiones de manera libre, autónoma e informada sobre sus cuerpos y su sexualidad. Luchamos para que quienes quieran ejercer su maternidad o paternidad puedan hacerlo en un ambiente de respeto a sus derechos humanos y libre de violencia, pero también luchamos en contra de la maternidad forzada y de los estigmas y criminalización en torno al aborto, pues aún en pleno 2025 persisten creencias basadas en estereotipos de género que consideran que la maternidad es algo que todas las mujeres eventualmente debemos experimentar.

Si quieres tener hijxs o no, ambas decisiones deben ser respetadas. Nadie tiene derecho a cuestionarte, pues sólo tú sabes qué es lo que quieres para tu proyecto de vida. 

Una vez aclarado lo anterior, procedo con mi anécdota. Por recomendación de mi ginecóloga dejé las pastillas anticonceptivas hace unos meses; no hubo cambios en mi ciclo menstrual, se mantuvo regular; luego llegó el mes de febrero y tuve un retraso inusual de unas semanas. 

Conforme pasaba el tiempo comencé a estresarme más y más porque, aunque me cuido al tener relaciones sexuales, las posibilidades de embarazo eran bajas, pero no nulas. Incluso tuve pesadillas en las que estaba embarazada y tenía gemelos (madre mía, encima de todo, gemelos). Sí, a ese grado le tengo pavor a un embarazo. No sé, “cada cabeza es un mundo”, dicen.

Finalmente compré una prueba de embarazo en una farmacia, tenía que salir de dudas. Debo decir que no sentía tanta incomodidad desde la primera vez que compré unos condones. En serio, ¿por qué este tipo de situaciones son incómodas? No deberían. 

También le conté a mi tía y la conversación se resumió en:

Conversación de WhatsApp. Una persona dice “Pero bueno y si estuvieras embarazada, ¿qué harías?”. Mientra que otra contesta “Jajaja pues abortar”.

En mi mente comencé a organizarme por si la dichosa prueba resultaba positiva: recordaba los detalles de los talleres de acompañamiento de aborto que he tomado. Entre ellos, un taller de bordado de GIRE en el que nos preguntaron cómo sería nuestro escenario ideal para abortar y yo respondí que en cama, viendo una película o serie, mientras comía unos Doritos y mi pareja me apapachaba.

Lo de la prueba de embarazo fue toda una experiencia, desde comprarla hasta averiguar cómo utilizarla. Los tres minutos en los que arrojó el resultado se sintieron eternos, pero finalmente llegó el bendito “no embarazada”. Dos días después por fin “me bajó”, la ginecóloga me comentó que probablemente el retraso había sido por estrés.

Sin embargo, al mismo tiempo que en mi mente planificaba todo para mi “aborto perfecto” en caso de ser necesario, no podía evitar pensar en todos los casos relacionados con aborto que acompañamos en GIRE, o aquellos de los que se habla en los noticieros. Aunque todas las personas con capacidad de gestar deberíamos poder acceder a un aborto en las condiciones que queramos, la realidad es… mucho más complicada.

En México, la regulación del aborto es distinta en cada una de las entidades federativas, y en la práctica esto se traduce en que las personas que deseen abortar tengan mayores o menores posibilidades de acceder a ello dependiendo del lugar en el que se encuentren. Por ejemplo, no es lo mismo acceder a un aborto en la CDMX, que en una entidad donde aún se considera delito y sólo contempla ciertos supuestos (causales) en los que no se sanciona; incluso, entre dos entidades donde el aborto está despenalizado las condiciones para el acceso varían; por eso se dice que la regulación del aborto en nuestro país es discriminatoria, ya que no se puede acceder a ese servicio en igualdad de circunstancias.

¿Qué se podría hacer ante este panorama? La Organización Mundial de la Salud ha señalado como recomendaciones para la regulación del aborto: 1) la despenalización total, 2) no restringir el acceso al aborto con base en causales y 3) no establecer límites con base en la edad gestacional.

El aborto debería ser regulado como un servicio de salud y no desde el ámbito del derecho penal, y también es necesario que el acceso se garantice de manera igualitaria para todas las personas con capacidad de gestar, sin importar en qué parte del país nos encontremos. 

Imagen de un globo rosa en forma de corazón que dice “Abortar es mi derecho”

Eso por una parte, pero no nos olvidemos de la despenalización social del aborto que es igual de importante, ya que: la maternidad debe ser deseada, pero también las personas que no queremos tener hijxs tenemos derecho a decir “pues, aborto” sin ser juzgadas, cuestionadas, criminalizadas o estigmatizadas.

Fotografía de Jenny. Ella es una mujer joven que tiene el cabello ondulado a la altura del hombro. Le acompaña un ave con cabeza amarilla en su hombro derecho.

Autora

Jenny Murrieta (@ashleyshadowjenny) es abogada de día y gamer de noche. Se la pasa leyendo todo el tiempo y necesita estar escuchando música para “funcionar”. Forma parte del equipo de GIRE y tiene muchos poyhijos emplumados.

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