Por: Mario Macías*
Hace tres años descubrí lo maravilloso que es ser padre. También descubrí lo difícil que puede ser para una pareja como mi esposa y yo, tener y cuidar a un hijo día con día.
Todo mundo sabe sobre la infinita felicidad que da ver crecer a un hijo; ver cómo cada día asimila una cosa nueva sobre la vida. He comprendido, desde que nació, que ha crecido bien gracias a que mi esposa y yo hemos compartido responsabilidades y definido las tareas que nos corresponden a cada uno para que eso suceda.
Por lo tanto, ser padre para mí no sólo implica reconocer a un hijo y procurarle en la medida de lo posible los elementos para que se desarrolle de la mejor manera. Más allá de eso, he entendido que ser padre comprende una serie de acciones que implican la distribución de distintas tareas que tenemos; que repartir actividades con mi esposa para que los dos podamos seguir trabajando y desarrollándonos de manera individual y productiva ha sido fundamental para el bien común que decidimos perseguir, y para el cuidado y el cariño incondicional que le ofrecemos a nuestro hijo.
Hoy en día, afortunadamente, trabajo en GIRE y ello me ha permitido contar con un horario flexible y así poder, no sólo compartir tiempo con mi familia, sino realmente hacerme cargo de las actividades que mi hijo tiene en las tardes y de cuidarlo mientras mi esposa trabaja o destina tiempo para ella.
Sin embargo, después de que nació nuestro hijo y empezó a necesitar más cuidados que los nuestros, no todo fue color de rosa. Como padres, también nos hemos enfrentado a serios obstáculos. Mi hijo no pudo asistir a ninguna guardería del IMSS porque mi esposa no es derechohabiente de ningún sistema de salud. A pesar de que yo cuento con seguridad social del IMSS, cuando solicité el servicio de guardería me fue negado rotundamente con el argumento de que esta prestación sólo es para madres derechohabientes o para los padres que son viudos o divorciados y tienen la patria potestad y custodia de los hijos.
Otra cosa que he aprendido a lo largo de estos tres años de ser padre es la importancia de contar con una licencia de paternidad. Cuando yo fui padre, en GIRE teníamos quince días de licencia −actualmente son cinco semanas− y gracias a ello tuve la oportunidad de estar en el nacimiento de mi hijo, pude apoyar a mi esposa en su recuperación del parto, disfrutar los primeros momentos de nuestro hijo juntos e involucrarme en el cuidado de ambos, y en las actividades del hogar.
El día del padre no es una fecha para honrar al “patriarca”, sino para sentirse orgulloso de participar en la crianza de igual manera que la madre. Ser padre es una actividad permanente, una responsabilidad que no tiene que ver únicamente con la aportación económica. Para mí ser padre implica enseñarle a mi hijo que cada uno en la familia tiene un papel importante y que para cuidarlo tanto mamá como papá hemos trabajado juntos, por igual y ese es un ejemplo que queremos dejarle.
*Desarrollo Institucional