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En México hay niñas «bellas y con carisma»; también, violadas y asesinadas

junio 14, 2017

La violencia que enfrentan las niñas mexicanas, en ocasiones es muy evidente y, en otras, está disfrazada de halagos y generosidad. El disfraz puede estar tan bien hecho, que algunas niñas de Cancún o Yucatán están genuinamente preocupadas por ganar certámenes como Niña Bonita o Nuestra Belleza Infantil mientras la sociedad de la península lo celebra porque sólo parece que es una realidad radicalmente distinta a la que enfrentan las niñas del estado de México, preocupadas por cómo trasladarse a su escuela primaria sin correr la misma suerte que Valeria, quien el pasado 8 de junio fue violada y asesinada presuntamente por el chofer de una combi del transporte público.

Lo paradójico es que tanto las niñas de los estados donde se organizan ese tipo de concursos como las niñas mexiquenses crecen en medio de un ambiente social que se resiste a dejar de pensar que el sexo femenino es más que una cosa “bonita”, una sonrisa “carismática” o que se puede utilizar como objeto sexual para dejar claro quién ostenta el poder. Hay grados de violencia, sí; pero todo esto representa violencia contra las niñas.

Lo peor del asunto es que el Estado mexicano permanece ineficaz para poner un alto a estas expresiones violentas. Urge que dejen de violar y asesinar a las niñas, ¡claro! Pero al mismo tiempo es necesario dejar de fomentar “actividades” como concursos de belleza infantil. Si competir por qué mujer es más bella y agraciada es deplorable, tratándose de niñas es inaceptable. Algunas autoridades no lo entienden. Por ejemplo, el municipio de Benito Juárez (Cancún) avaló el concurso Niña Bonita Quinta Roo al poner sus logos en el cartel de la convocatoria para este 2017, aunque por fortuna, el repudio social logró su cancelación.

¿Qué tiene que ver un concurso de belleza entre niñas, con la agresión sexual y el asesinato de otra niña? Sencillo: que en la sociedad mexicana el cuerpo de las niñas se considera desechable. Si entre los cuatro y los 12 años de edad no pareces una mini mujer atractiva en traje de baño, de gala o regional, no sirves y no mereces una corona. No importa si tienes 11 años y vas a la escuela porque quieres ser médica. Eres desechable y cualquier hombre puede decidir sobre tu cuerpo y vida si te resistes —como seguramente hizo Valeria— a sufrir una violación.

Si queremos que las niñas se conviertan en jóvenes y adultas que tomen decisiones sobre cómo ejercer su sexualidad, con quién compartirla y planear su vida reproductiva necesitamos que permanezcan vivas. Qué tontería u obviedad parece, pero en este país es así. Nuestras niñas primero tienen que preocuparse por sobrevivir, luego por zafarse del yugo de un círculo social que les exige ser “bonitas” y, en el mejor de los casos, empezar a tomar decisiones sobre su vida reproductiva y tantas cosas más.

El objetivo de Nuestra Belleza Infantil es, según su página: “…fomentar en las niñas y padres de familia, la cultura por participar en los concursos de belleza, promoviendo a través de su participación la importancia de los valores y actividades sanas que motiven la creatividad y socialización de las niñas, dando con esto oportunidades de desarrollo y crecimiento personal”.

La escuela, de donde volvía Valeria la tarde que fue asesinada, ¿no es un espacio donde se realizan “actividades sanas que motivan la creatividad y la socialización de las niñas, dando con ello oportunidades de desarrollo y crecimiento personal”?

¿Por qué el Estado no garantiza a sus niñas un ambiente seguro para que vayan a la escuela? ¿Cómo vivirán la ausencia de Valeria sus compañeras y otras niñas que van a sus centros de estudios en las combis del Nezahualcóyotl? Pero también, ¿por qué el Estado permite la realización de esos concursos de belleza que cosifican el cuerpo femenino desde sus primeros años?

Seguramente ustedes lectores o lectoras estarán de acuerdo con esto: “Es importante para nosotros que las niñas [conserven]su espontaneidad, naturalidad y, lo más importante, que no pierdan su esencia”. Eso se lee en la página de Nuestra Belleza Infantil. La pregunta es: ¿queremos que las niñas conserven todo eso sólo para participar en un concurso de belleza o toda su vida para ser lo que les plazca?

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