Hay preguntas que son recurrentes en la vida. Cuando trabajas en la defensa de los derechos de las mujeres, y puntualmente en sus opciones reproductivas, hay una que nunca falta: ¿por qué no lo da en adopción en lugar de abortar? Pregunta a la que no se le encuentra una fácil respuesta pues se asume inmediatamente que esa persona está en contra del aborto.
Las mujeres que tienen un embarazo no deseado deben tener todas las opciones disponibles a su alcance: reconciliarse con su embarazo y que cuando nazca cuide a un bebé deseado; dar al bebé en adopción una vez que nazca, o interrumpir el embarazo. Cada una de estas opciones es tan válida como las otras. Las mujeres somos distintas, vivimos en contextos diversos, tenemos historias variadas e incluso dependiendo del momento en la vida en que nos encontremos (solas, acompañadas, jóvenes, mayores, con responsabilidades de cuidado, profesionales, familiares, empleadas, desempleadas, entre mil opciones más), consideraremos una de esas opciones como la mejor para nosotras. Pero para decidir se requiere información, y eso es lo que no siempre se tiene.
¡Ojalá todos los embarazos fueran deseados! Pero esto es una falacia. Muchas mujeres no tienen acceso a anticonceptivos, o se les niega utilizarlos por parte de su pareja. Otras sufren violencia sexual (incluso por familiares cercanos) y quedan embarazadas como consecuencia; otras no tienen dinero para mantener un hijo o son tan jóvenes que aún son niñas. Algunas mujeres no tienen deseo de ser madres nunca. Otras son exitosas profesionalmente y prefieren postergar la maternidad, mientras que algunas no confían en la persona con quien criarían a ese bebé. Nuevamente, las circunstancias son infinitas.
La adopción es una opción más para muchas mujeres. Pero para otras no es más que la única opción.
En México, frente a la ausencia de una buena regulación, de instituciones fuertes y de mecanismos de supervisión, el Estado ha optado por delegar gran parte del tema de adopciones a instituciones privadas que actúan con margen amplio y discrecional bajo el escudo de proteger “el interés superior del niño”. A simple vista estas instituciones parecieran estar actuando bien, pero si se revisa con cuidado y detalle, varias actuaciones pueden ser cuestionadas por ser discriminatorias.
El Centro Horizontal y GIRE, bajo el liderazgo de la reportera Thelma Gómez, realizaron un espectacular reportaje sobre este tema tan abandonado en México, titulado “Crecer en la espera: adopciones en México”. El reportaje permite conocer a grandes rasgos la situación de la adopción en nuestro país. Se revisa el camino que deben pasar quienes quieren adoptar, modelos de hogares mientras las o los menores son adoptados, un modelo de una institución privada, así como el marco normativo. Además de incluir gráficos que dan cuenta de los números más relevantes y videos que ilustran realidades no por todos conocidos.
En este trabajo se incluye un breve análisis de una de las organizaciones que ha liderado el tema de la adopción en México, durante más de tres décadas, como una bandera en contra del aborto. Vida y Familia A.C. (Vifac) es una institución privada que apoya a “mujeres embarazadas en desamparo” a través de ofrecerles acogida en sus albergues, presentes en casi todo el país. Ahí les ofrecen talleres además de atención médica durante el embarazo y de ayudarles con el trámite de adopción si lo desean.
Vifac, como muchas otras organizaciones, es claramente antiaborto y ese no es su mayor problema, pues son válidas las posturas ideológicas que pueden tener las organizaciones. Para mí hay tres problemas principales en su forma de operar. El primero radica en que no ofrece todas las opciones de entre las cuales una mujer embarazada debería poder elegir. Con publicidad engañosa pareciera que reclutan a las mujeres para brindarles asesoría y alejarlas de la opción de interrumpir su embarazo. Quizá no sea un problema legal, pero a todas luces es un problema ético. Cabe mencionar también, en términos de desinformación, que incluso dependencias públicas le abren las puertas para dar pláticas en donde se promueve la abstinencia como método anticonceptivo.
La segunda problemática es la cantidad de recursos públicos que reciben para hacer su labor. Solamente entre 2011 y 2016, las asociaciones civiles que se han registrado con el nombre de Vifac recibieron, en conjunto, poco más de 336 millones de pesos de donativos en efectivo. De éstos, por lo menos 44 millones 851 mil pesos son recursos que le han otorgado “personas morales públicas nacionales”, clasificación fiscal que incluye a dependencias federales, gobiernos estatales y municipales, así como a empresas que cotizan en la bolsa de valores. ¿Quién supervisa el buen uso de estos recursos? ¿Se vale dar tanto dinero para suplir las carencias estatales?
El tercer problema son los criterios discriminatorios que establecen para quienes quieren adoptar, ya que este trámite solo está accesible para las personas que cumplan al menos con tener un matrimonio heterosexual sancionado por la Iglesia católica. Se excluye a mujeres y hombres solteros o del mismo sexo reafirmando que existe un modelo único de familia y que los niños no deberían crecer en hogares con composiciones distintas a la tradicional. Hay que revisar con detenimiento si los recursos públicos se usan para sostener estos procesos de adopción en donde la discriminación es una constante, pues daría para un caso de litigio muy interesante en contra del Estado.
Después de darle lectura a este reportaje, hay una conclusión triste con la que una como lectora se queda: hay millones de niñas y niños que quisieran un hogar y no lo pueden tener, y hay que señalar a los responsables y hacer los ajustes necesarios para que puedan tener una familia que los quiera.
México no es el primer país en el mundo que enfrenta retos en materia de adopción. Recientemente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sancionó a Guatemala en donde durante muchos años se dieron adopciones irregulares. Este tema debe ser prioritario en la agenda de la niñez sin importar el matiz ideológico.
Ojalá México sea capaz de darse cuenta que estamos frente a una situación realmente absurda y dolorosa de contradicciones. Por un lado hay muchas mujeres a las que se les obliga a continuar un embarazo y se les impone una maternidad no deseada; mientras que por el otro existen niñas y niños que necesitan un hogar y familias que quisieran adoptarlas y no logran reunirse. Urge que ambos escenarios cambien.