“El personaje más protagonista de este fin de siglo en este país cuyos gobernantes

se empeñen en desaparecer: la señora sociedad civil”
Subcomandante Marcos, febrero de 1996

He pasado la mayor parte de mi vida en la esfera de la sociedad civil. A principios de la década de los 90, junto con un grupo de voluntarios del servicio de información Telsida para formar una organización que abordara el VIH desde un enfoque diferente al del Estado. En los 2000 me involucré en una red de organizaciones de la diversidad sexual y a finales de esa década mi trabajo en la CNDH me permitió conocer organizaciones de derechos humanos de diversas partes del país. Es por eso que tomo personal el señalamiento del presidente a las organizaciones civiles como conservadoras.

Yo no conozco gente de la sociedad civil, muy pocos de izquierda, con todo respeto, todo lo que es sociedad civil tiene que ver con el conservadurismo. Hasta los grandes consorcios promueven a la sociedad civil, es una bandera la sociedad civil”, aseguró López Obrador en una conferencia mañanera.

No daba crédito, el conservador que hizo alianza con el partido de los evangélicos y ha puesto entre sus prioridades la militarización de la seguridad y la cancelación del programa de estancias infantiles.

Cuando de los escombros del terremoto de 1985 emergió una sociedad civil movilizada superando la inacción del gobierno el presidente Miguel de la Madrid dijo:

La sociedad civil es parte del Estado. Pueden irse a sus casas. Ya los llamaremos si los necesitamos. 

López Obrador estuvo a punto de sonar como Castillo Peraza cuando preguntó: «¿Quién es esta señora Sociedad Civil, que nadie sabe decirme dónde vive?”. Es imposible evitar pensar que López Obrador, al minimizar a la sociedad civil, busca anular la crítica que las organizaciones ejercen y la fiscalización que realizan sobre el actuar del Estado.

La incómoda señora sociedad civil lo ha sido desde que el término se usó para referirse despectivamente a la  respuesta ante el sismo de 1985. También ha sido ninguneada y deslegitimada:

[…] le escatiman existencia y eficacia, el personaje que molesta e incomoda, porque no hay esquema que lo ubique (que es una forma sutil de decir: «que lo coopte»), ni definición que le acomode” escribió en los 90 el Subcomandante Marcos.

Esta incómoda señora sociedad civil es un espacio donde caben organizaciones de derecha y de izquierda, filantrópicas, cooperativas, autogestivas, conservadoras y progresistas, a veces en pugna entre ellas y otras, en alianzas.

Una sociedad civil fuerte y activa sólo es posible en una democracia donde participan y levantan la voz para señalar los errores y aplaudir los aciertos, así como colaborar en acciones donde el Estado no tiene el conocimiento o las posibilidades para llevarlas a cabo por sí mismo. Durante mis años de activismo en organizaciones de la sociedad civil, atestigüe la labor de organizaciones que realizaban trabajo de base con usuarios de drogas intravenosas para prevenir el VIH, reducción del estigma en comunidades y servicios de salud, provisión de servicios de salud con una perspectiva feminista de medicina tradicional, defensa de derechos humanos de personas trans, por mencionar algunos.

Es ingenuo pensar que el Estado podrá llevar a cabo este tipo de acciones con la reducción presupuestal y la negativa a proporcionar recursos de conversión social a las organizaciones.  En mayo del año pasado López Obrador se negó a asistir a la “Tercer Cumbre Ciudadana” y fue el candidato más reticente con las propuestas de fortalecimiento de la sociedad civil. La desconfianza manifestada por López Obrador se ha convertido en un ataque directo al limitar el financiamiento estatal y caricaturizar a la sociedad civil como un espantapájaros conservador de derecha.

¿De derecha? GIRE es parte de la ola de organizaciones que surgieron en los 90, cuando la señora sociedad civil comenzó a ganar interlocución y presionó para el cambio democrático. Durante estos años ha impulsado los derechos reproductivos y ha defendido a mujeres criminalizadas por el Estado, víctimas de negligencia o revictimizadas por el sistema de justicia. GIRE seguirá incomodando, porque el Estado tiene una deuda democrática con la autonomía de las mujeres y la justicia reproductiva.

Por Omar Feliciano (@tipographo)

Activista y artista. Como activista ha participado en organizaciones como Telsida, La Manta de México, CODISEX y actualmente en GIRE. Ha trabajado en la CNDH y en la CDHDF. Su obra artística se puede encontrar bajo la firma de Franka Polari.