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Madres bajo guerra

mayo 15, 2017

Por: Omar Feliciano (@tipographo)

“Este día no es de festejo, sino de lucha”, gritaron cientos de madres reunidas el 10 de mayo para exigir al Estado a que localice a sus hijos e hijas desaparecidas. Desde hace seis años esta marcha reúne a las madres de personas desaparecidas de todo México y Centroamérica para exigir su aparición, justicia y verdad. Estas madres son unas de miles que no tienen nada que celebrar el día de las madres, un día de ofertas comerciales de regalos estereotipados y reforzamiento del rol abnegado de la mujer al ejercer su maternidad.

A 10 años de guerra contra el narco se estima en 30 mil el número de personas desaparecidas, el Estado ha sido incapaz de generar bases de datos confiables. Dentro de sus esfuerzos se encuentra el programa de mujeres y niñas desaparecidas “Dar Contigo”, en donde están registradas dos mil 222 mujeres y niñas; el Estado de México, la Ciudad de México y Veracruz concentran la mitad de los casos. El Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas tiene 30 mil 942 casos vigentes y la mitad de los casos están en Tamaulipas, Estado de México, Jalisco, Sinaloa y Nuevo León. De los registro estatales, no sólo tienen carencias sobre la calidad de la información, sino que además once entidades carecen de cualquier registro, entre ellos Tamaulipas y Tlaxcala, estados con graves problemas de narco y trata de personas, respectivamente.

María del Carmen Acevedo sueña con frecuencia que encuentra a su hijo, ella cree que está vivo y que volverá a Iguala. Ella es parte de “Los otros desaparecidos”, un colectivo que surgió después de que la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural Ayotzinapa. “Todavía sigue desapareciendo gente”, asegura María del Carmen Acevedo, quién busca a su hijo y a su nuera desde 2014. El colectivo ha descubierto 150 cuerpos y osamentas y se han podido identificar a 18 personas, no sólo señalan la dilación en la identificación sino también en la simulación de investigar y no hacer justicia.

El pasado 10 de mayo las movilizaciones no sólo ocurrieron en la ciudad de México, en muchos de estos estados azotados por las desapariciones hubo expresiones de protesta por parte de las madres para las que este fecha se ha convertido en un día de duelo. En Xalapa, Veracruz la marcha de estas madres señaló que miles como ellas están en la misma situación. La protesta organizada por en Monterrey contó con la presencia del consul de los Estados Unidos, Timothy Zúñiga. Una de las mujeres expresó la dimensión de precarización que se agrega a sus vidas:

“[…] tenemos varias compañeras que están enfermas, que ya no pueden con este pesar, y aparte tenemos que batallar porque al desaparecer nuestros seres queridos nos quedamos con la responsabilidad de sacar adelante a los niños y niñas, sin tener ningún apoyo económico”.

Miriam Elizabeth Rodríguez Martínez, fue una de esas madres que con su exigencia de verdad y justicia logró conocer el paradero de su hija, secuestrada por un grupo de la delincuencia organizada. No sólo localizó su cuerpo en una fosa clandestina, sino que entregó a las autoridades información para capturar a los agresores de su hija. El pasado 10 de mayo un grupo de hombres armados irrumpió en su hogar y la asesinó. Ya había sido amenazada, como muchas veces, y como otras veces el Estado fue incapaz de ofrecerle protección.

El Estado falló múltiples veces a Miriam Elizabeth Rodríguez Martínez: al dejar a Tamaulipas en manos de la delincuencia organizada que secuestró a su hija Karen Alejandra Salinas, en San Fernando, Tamaulipas; al ser incapaz de encontrar sus restos y a sus agresores, cosa que Miriam logró sola; al permitir la fuga de uno de estos secuestradores y asesinos; al ignorar las amenazas que denunció y al ser incapaz de brindarle protección como defensora de los derechos humanos en la mira del crimen organizado.

Sí, el hecho provoca miedo, pero “A pesar de todo lo que veamos, lo que sentimos, la inseguridad, tenemos que continuar porque nadie va a buscar a nuestros desaparecidos“, aseguró uno de los organizadores de la Caravana Internacional de Búsqueda en Vida, de las primeras acciones de los colectivos de familiares de desaparecidos tras el asesinato de Miriam Elizabeth Rodríguez Martínez.

Sus asesinos escogieron el 10 de mayo para asesinarla, que es la fecha que se ha vuelto emblemática para visibilizar los reclamos de justicia y verdad para las familias de personas desaparecidas. El mensaje es claro, intimidar a estas mujeres que buscan a sus hijos e hijas en un territorio azotado por un conflicto que ya lleva una década y que está lejos de terminar. Sorprende la acción simbólica, la provocación de miedo al atacar en un día tan sacralizado por la idiosincrasia mexicana. Pero sorprende, sobre todo, que después de todos estos años, sean las madres quienes buscan a sus hijos desparecidos mientras el Estado, indolente, mira hacia el otro lado.

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