Un año más, otro Día de las Madres: 24 horas de flores y desayunos, bailes en las escuelas, descuentos en electrodomésticos, memes celebrando el sacrificio de las madres y otras cosas del estilo.

Entre todas las imágenes que circulan en internet elegimos dos que resaltan la idealización de la maternidad en nuestra sociedad, alejándose escandalosamente de la realidad cotidiana de las mamás mexicanas.

Pero hablemos en serio de la maternidad. ¿Cómo es la realidad de la “profesión más grande de todas” y cómo se vive ese “sacrificio” que tanto se idealiza?

Aquí una dosis de realidad:

En 2016, 812 mujeres murieron durante el embarazo, el parto o el puerperio. Según la revista Forbes en el mismo año, 5 de cada 10 mujeres profesionistas mexicanas abandonaron sus estudios tras el nacimiento de sus hijos. El InMujeres aseguró que 70% de las mujeres que dieron luz en 2016 reportaron no trabajar en una actividad remunerada. Pero, aquellas que sí perciben un ingreso por su trabajo, ganan 29% menos que los hombres. Por otro lado las mujeres dedican, “39.2 horas a la semana al cuidado mientras los hombres, 13.9; es decir, por cada hora que ellos trabajan, ellas dedican tres.”

Es por desigualdades como ésta que GIRE trabaja desde el marco de justicia reproductiva. Pero, ¿a qué se refiere con ese término?

La justicia reproductiva es el conjunto de factores sociales, políticos y económicos que permiten a las mujeres tener el poder y la autodeterminación sobre su destino reproductivo. Para ello es indispensable garantizar sus derechos humanos tomando en cuenta la discriminación y las desigualdades estructurales que afectan su salud, sus derechos y el control de su vida. Incluye también la obligación del Estado de generar las condiciones óptimas para su toma de decisiones.

Justicia reproductiva significa que las mujeres tengan la posibilidad de decidir si quieren tener hijos, cuándo y cuántos y con quién. Busca una transformación social, política y económica para que eso sea una realidad.