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Mejor, con buena compañía

enero 21, 2019

Por: Rebeca Lorea (@rebeca_lorea)

Hace unas semanas, el Congreso de la Ciudad de México aprobó una reforma a la Ley de Salud local. El objeto de esta reforma es mejorar la atención del embarazo, parto y puerperio en las instituciones de salud públicas y privadas de la capital del país. Desde GIRE celebramos su aprobación y consideramos que vale la pena resaltar tres aspectos sobre el tema.

Por una parte, el Congreso aprobó la atención humanizada del embarazo, parto y puerperio, sin violencia ni discriminación y con un enfoque de derechos humanos, como parte de las acciones que comprende la atención a la salud materno-infantil, en el artículo 49 de la Ley. Esto reforzará la obligación de quienes atienden embarazos, partos y puerperios, de no ejercer violencia obstétrica.

La reforma es de suma relevancia porque en la Ciudad de México 36.5% de las mujeres que tuvieron un parto entre 2011 y 2016 refirieron haber vivido violencia obstétrica. Para dar cumplimiento a lo dispuesto en la ley, la Secretaría de Salud de la Ciudad de México deberá hacer todos los ajustes de formación de personal, presupuesto e infraestructura, de manera que las mujeres no reciban gritos, regaños, intervenciones médicas innecesarias, ni chantajes para aceptar un método anticonceptivo

Asimismo, la Ley de Salud de la Ciudad de México ajustó su lenguaje para incluir, en el mismo artículo 49, que la atención a la salud materno-infantil comprende aquella que se presta a mujeres y personas embarazadas. ¿Por qué es un avance la inclusión de este término en la atención a la salud materno-infantil? Porque es un reconocimiento de derechos humanos, sexuales y reproductivos a hombres trans o personas no binarias, a cuerpos e identidades que no necesariamente están en el imaginario de quienes atienden embarazos, partos y puerperios en nuestro país, pero que existen y deben tener un efectivo acceso a los servicios de salud reproductiva, al igual que las personas cisgénero.

Por último, lo que más ha trascendido sobre esta reforma es la inclusión, también entre las acciones de salud materno-infantil, de los mecanismos y acciones para que toda mujer o persona embarazada pueda estar acompañadas en todo momento por una persona de su confianza y elección, durante el trabajo de parto o cesárea (de ser el caso) y el puerperio. Esta reforma es, sin duda alguna, un avance en materia de derechos reproductivos porque amplía el derecho a decidir las circunstancias del parto.

A pesar de que al hablar de acompañamiento durante el parto lo primero que viene a nuestra mente es un familiar, esta nueva disposición legal permitirá que la persona que acompaña pueda ser también, por ejemplo, una partera o una doula. Además, reconocer el derecho a parir bien acompañada también tendrá repercusiones positivas para las familias, que en ocasiones son excluidas de un momento tan relevante en sus vidas, lo que provoca largas horas de angustia e incertidumbre al no tener información ni poder constatar el estado de salud de sus seres queridos.

Así fue el caso de Anita, quien falleció durante el parto en 2018. A pesar de que Anita tenía 16 años y que durante su control prenatal le habían indicado una cesárea, el día de su parto fue ingresada sin ningún acompañante a una sala de expulsión para tener un parto vaginal. Anita llegó al hospital con su mamá, a quien no le permitieron estar presente durante el parto. Después de tres horas sin información sobre el estado de salud de Anita, una médica salió a informarle a la mamá que Anita había fallecido porque “no había puesto voluntad para que el parto avanzara satisfactoriamente”.

O como el caso de Leticia, que estuvo acompañada por su pareja durante el trabajo de parto. Fue él quien estuvo mojándole la frente con un trapo húmedo durante una noche entera porque tenía fiebre. A las 4 de la tarde del día siguiente, Leticia fue trasladada a una sala de expulsión y él ya no pudo entrar con ella. A pesar de solicitar constantemente información sobre el estado de salud de Leticia, fue hasta las 10 de la noche que le informaron que su bebé había nacido a las 6 de la tarde. No tuvo oportunidad de volver a ver a Leticia y, después de que personal médico le solicitara conseguir medicamentos y donadores de sangre, fue notificado a las 2 de la mañana que Leticia había fallecido.

A pesar de que estos cambios no han sido publicados en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México, una vez que se publiquen será turno de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México tomar las medidas conducentes para que esta buena noticia no quede como otro buen deseo plasmado solamente en el papel sin dar el salto a transformar la realidad de las mujeres. Proponer este tipo de cambios concretos puede ser una medida más efectiva que, por ejemplo, criminalizar la violencia obstétrica y enfocarse en responsabilidades individuales por hechos que en muchas ocasiones tienen causas estructurales.

Reconocer el derecho a parir bien acompañada y comenzar a establecer desde la legislación que otras formas de parir son posibles, son pequeños pasos necesarios, aunque no suficientes, para acercarnos a la justicia reproductiva. Esperemos que otras entidades sigan por la línea de la Ciudad de México.

 

* Rebeca Lorea es abogada para políticas públicas de @GIRE_mx.

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